.Symphony.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:44 pm

Prefacio.

Aquellas pequeñas notas que me provocan un escalofrío. Aquella melodía, aquella sinfonía con sus respectivos instrumentos y sus voces... Todo en mi mente. En mi cabeza. Sigo pensando que algún día llegaría a explotar, que no soportaría la presión y, en cierto modo, llegó a ser así durante un tiempo.

Ya estoy harta de escucharla, harta de no poder vivir un segundo más en el planeta... Mas sé que si desaparece, tal vez yo la volviese a meter en mi cabeza. Aquella maldita sinfonía me tenía entre la espada y la pared, me tenía muerta de miedo y a la vez, llena de vida. Me sentía desesperada y a la vez contenta. Llena de alegría y vacía de sentimientos. Sensaciones que nunca llegué a pensar que sentiría en una vez... y esperaba con gran ansia el día en el que todo se solucionase, que todos los sentimientos se dispersasen cada uno por su lado y no sentir todos a la vez. Soñé... Una vez soñé volver a ser persona. Soñé volver a ser una persona normal... Y que aquella sinfonía nunca hubiese estado metida en mi cabeza. Que mi problema no se hubiese convertido en obsesión.

Vivía atada a aquella sinfonía, noche y día. Sin descanso.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:45 pm

Capitulo 1.
Locura

Y allí estaba yo. Tumbada en el suelo, mirando a saber qué y sin saber qué día era. ¿Martes o Viernes? ¿Cuatro o treinta? ¿En qué año me encontraba?
Esas preguntas en ese momento, para mí no tenían respuesta. Simplemente era un loca. Una demente.
Oí la puerta abrirse, pero no me molesté en mirar quién era.
-¿Otra vez así, Sullivan?-preguntó una voz femenina-. Si no sigues con el horario previsto, nunca saldrás.
Giré mi dolorida cabeza para ver mejor de quién se trataba. En ese momento no la reconocí, pero según el nombre que tenía en su uniforme color rosa se trataba de ‘‘Anne’’. Una melodía sonó en toda la sala y gemí. Otra vez no. Aún era pronto.
Me tapé con cuidado las orejas, con el estúpido intento de no escuchar nada, pero todo era en mi mente, lo sabía.
Oí a la mujer suspirar.
-Se lo dije, Sullivan. Esto no va a acabar nunca-dijo, sobre la música que yo aún seguía escuchando.

Llevaba ya ocho años. Ocho largos años encerrada en aquella maldita habitación de un psiquiátrico, en un lugar cualquiera. Diez años luchando contra aquella maldita melodía que sonaba una y otra vez en mi cabeza.
A pesar de ser solo muy pocas notas, me ponían de los nervios. Me enloquecía y me obsesionaba.
No llegué a darme cuenta de que había salido de la habitación hasta que me choqué contra una persona. Iba tan absorta en mis pensamientos que no me llegué a dar cuenta de que me habían sacado de la habitación.
-¿A dónde...?-comencé a preguntar, pero la tal ‘‘Anne’’ se paró frente a una puerta de metal y la abrió.
-Tienes visita-contestó, mientras me metía en la pequeña sala-. Siéntate.
Cerró la puerta, dejándome sola en aquella sala. Simplemente había una mesa de metal y dos simples sillas. Me acerqué a una de ellas y me senté con cuidado y con lentitud. Entonces caí en la cuenta.
¿Visita?
Yo nunca había recibido la visita de nadie en aquellos ocho años. Nunca habíha vuelto a ver a nadie de mi familia ni a nadie más. No desde que entré en aquel lugar.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:45 pm

Una, dos, tres y hasta más notas llenaron por segunda vez en aquel día mi mente. Había vuelto, mi tortura personal había vuelto del paseo. En un acto reflejo, me encogí en la silla y me tapé los oídos con las manos. Cuál fue mi gran sorpresa de que casi no llegaba a escucharla. Solo la escuchaba de fondo.
Levanté la cabeza al comprender que no era producto de mi imaginación, y así era.
Un joven de pelo rubio y vestido, tal vez no tan elegante como él pretendía, paseaba alrededor de la mesa, mientras tatareaba mi tortura. Cuando se dio cuenta de que le observaba, sonrió. Sin dejar de tatarear aquella melodía, se apoyó con cuidado en la pared y tiró de un cable que estaba enchufado. La cámara de seguridad, él acababa de desenchufarla para que nadie le pudiese ver.
-¿Eres Kya Sullivan?-preguntó, mientras hacía un pausa en el tatareo.
Se acercó a la silla que estaba en la otra punta de la mesa. Asentí sin dejar de observarle.
-Bueno, supongo que tenemos poco tiempo-sonrió, como si le hiciese gracia algo, pero yo no encontraba la gracia de nada en ese momento-. Soy Glenn...-parecía bacilar-, Glenn Franky... Tengo entendido que estás aquí encerrada por... escuchar cosas, ¿me equivoco?
-Si ha venido aquí a burlarse de mí, más le vale que se vaya de inmediato-le contesté.
Soltó una carcajada.
-No. No he venido a reírme... He venido ha hablar contigo sobre eso...-Alcé las cejas-, tal vez esto le suene raro pero... conozco a más gente que escucha la sinfonía, incluido yo. Simplemente que nunca hemos llegado a estar encerrados-se rió, pero se acordó de algo. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pequeño papel. Lo dejó sobre la mesa y volvió a sonreírme-. Lo siento, pero me tengo que ir. Espero que nos veamos pronto, Kya.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:46 pm

Decir que estaba confusa en aquel momento era poco. Oí el barullo que se estaba formando fuera y me guardé con disimulo el papel. Al instante, entró una mujer diferente a la que me parecía que la había visto con anterioridad, pero nunca llegaba a fijarme en las caras allí. Según citaba su uniforme, era ‘‘Ágnes’’.
Me cogió del brazo y tiró de mí. En el pasillo había más personas de las que habían estado antes y todos estaban en corro hablando. Me miraron de mala manera y la confusión se agrandó, ¿había hecho lago malo?
Casi me tiró dentro de la habitación y cerró la puerta con un sonoro portazo tras de sí. En aquel momento me sentía ya segura. En la soledad de la habitación, con nadie más que mi alocada mente... ¿había algo más perfecto? Creo que no.
Saqué con cuidado el papel y lo leí con atención.

« Setting sun, 589. Pregunte por Craig O‘Donell. »

Fruncí el ceño. ¿Para qué me daban aquella dirección si estaba encerrada en aquel lugar. Era de locos, era lógico que no podría salir de allí. Me senté en el pequeño escritorio que tenía y apoyé la cabeza en la mesa, aún aferrando con fuerza el trozo de papel que me había dado el chico, sin entender porqué.
Tal vez me tiré así años o meses, aunque para otras personas, solo fueron tres días, para mí fueron una eternidad. Giré la cabeza con cuidado al notar como alguien depositaba algo en la mesa. Me sorprendí al ver que no se trataba de comida, sino de ropa. Antes de que preguntase, la mujer se me adelantó.
-Vas a salir. Tu padre firmó ayer un acuerdo para que salieses de aquí.
Me ayudó a levantarme y a llevarme a las duchas para que me asease. Me metí bajo el agua caliente y allí lo comprendí todo.
Esto no era verdad. Mi padre no podría haber firmado nada, seguro que no.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:46 pm

Por más que intentaba convencerme de que no podía ser, otra parte de mí me decía que sí, tal vez ya no me creían una loca.
Me vestí rápidamente y casi salí corriendo fuera. Tenía esperanzas de que Thommas y Angela estuviesen allí. Que hubiesen ido a recoger a su pequeña hija...
... Pero no. En la puerta, frente a un descapotable negro había un hombre de unos treinta años. Llevaba gafas de sol y estaba apoyado en el coche. Me miró atentamente, mientras yo examinaba cada persona que pasaba por allí, pero no encontré a mis padres.
Caí en la cuenta de que ese hombre me estaba esperando al ver como me hacía señas con las manos y señalaba el coche. Él entró en el coche y le imité. Le observé con gran atención mientras arrancaba el coche y comenzaba a conducir calle abajo.
-¿Mi padre le ha mandado venir a por mí?-pregunté, pero no respondió.
Al ver que se pasaba la calle que yo recordaba como en la que antes estaba mi antigua casa donde vivían mis padres.
¿Y si mi padre no había ni firmado un acuerdo ni había mandado a aquel hombre a por mí?
Entonces... ¿qué pasaba en realidad?

Bajamos y subimos calles. Algunas, llenas de mendigos y con casas que, a simple vista, daban pena; otras, llenas de grandes lujos y personas avariciosas.
Parecía un sinfín, una casa tras otra, una calle tras otra... Así hasta que llegamos a un gran edificio rodeado por muchos más.
Entramos en un pequeño garaje improvisado -y demasiado sucio, tal vez- del gran edificio al que aquel hombre me llevaba. Se bajó del coche y al poco rato lo tuve enfrente de mi puerta, abriéndola para mí.
Bajé con mucho cuidado y no con mucha confianza. Una vez ya fuera del coche, cerró la puerta del coche y salió del garaje. Supuse que pretendía que le siguiese y eso hice. Pero al llegar a una pequeña puerta de madera clara que separaba el garaje del edificio en sí, me paré y me tapé los oídos.
Había vuelto. Comencé a plantearme la posibilidad de volver al psiquiátrico para que acabase. Oí al hombre resoplar a lo lejos.
-No hagas el ridículo. Suena en todo el edificio-me avisó.
Levanté la cabeza y le miré con atención. ¿En todo el edificio? Señaló a su alrededor y, escondidos en las esquinas, pude ver que había unos cuantos altavoces.
Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el interior de aquel extraño lugar. En principio, era una sala con grandes paneles de madera oscura y con el suelo y las paredes totalmente relucientes. Daba la impresión de que el dueño era alguien con mucho, muchísimo dinero. El hombre subió por unas escaleras que, hasta aquel mismo momento, no me había dado cuenta de que estaban allí debido a su situación.
En el trayecto, me fijé en los grandes cuadros que colgaban en las paredes. Algunos Van Gogh verdaderos, Botticelli, Van der Weyden... Así hasta más y más cuadros que nunca había llegado a ver en ningún museo y que daban la sensación de ser falsos, a pesar de que no fuese así.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:47 pm

Abrió una puerta de madera y me invitó a entrar. Me paré en la puerta al ver a más gente metida allí.
Aquella sala era más de lo mismo que el resto del edificio que había visto. La única diferencia, era que aquello no tenía cuadros y una gran mesa de madera de color castaño con unas sillas a juego excepto una, la que presidía la mesa. Tenía un color más claro y estaba dada la vuelta, mirando hacia la pared. Pude ver difícilmente una mano nerviosa tamborileando en el posa brazos.
Había otra chica rubia mirándose en unos pequeños espejos y retocándose el pelo. Otras dos personas charlaban animadamente sentados, uno al lado de la silla que estaba dada la vuelta - que reconocí como el chico que me había ido a visitar - y otra chica sentada enfrente de él, pero al ver que había alguien en la puerta, se levantó y se puso en la de al lado, dejando en la que estaba antes sentada desocupada.
La chica tenía el pelo de un color rojo chillón y vestía ropas de color negro. Su aspecto avisaba desde distancia que era peligrosa. Es más, todo en aquel edificio hacía ver a la vista que era un lugar peligroso y extraño.
Cada uno se puso en un lugar. Era como si la lo tuviesen todo planificado, como si fuesen robots ya preparados. Se quedaron dos sillas vacías, tal vez aún faltaba por que viniese alguien más.
Todos los que se encontraban allí miraban a la silla que estaba dada la vuelta, esperando alguna reacción por su parte, pero no lo hizo. Comenzaron a mirarse nerviosos, hasta que en la sala irrumpió alguien.
Cuando pasó enfrente de mí - ya que yo me encontraba al frente de la mesa, teniendo a ambos lados las sillas y enfrente al hombre aún desconocido - pude percibir por la vista que sus ojos mostraban una gran hostilidad.
Sentí como un escalofrío recorría mi espalda cuando observé como me miraba fijamente aquella mujer y como los demás parecían tratarla con respeto.

luuul Jue Dic 24, 2009 8:48 pm

Se sentó enfrente del chico que había ido a visitarme días antes y se apartó el pelo negro de la cara que le molestaba.
Tras aquello, oí al hombre desconocido aclararse la garganta.
-Es un honor tenerte aquí, Kya-dijo una voz grave, vagamente familiar-. Tenía tantas ganas de volver a verte...

Cinco pares de ojos se fijaron en mí y me sentí una atracción de feria, todos observándome. Pero me di cuenta de que no me observaban a mí, sino a alguien que tenía detrás, cuando oí una voz.
-¡Isabelle!-gritó, mientras me cogía por la cintura.
Noté como me quedé sin aire. ¿Isabelle? ¿Había dicho, Isabelle?
-¡Me prometiste que no la ibas a meter en esto! ¡Me prometiste que la ibas a dejar en paz!-le gritó al hombre. Entonces, pareció darse cuenta de que me tenía sujeto-. Cariño, ¿estás bien?
Me deshice de su abrazo y me alejé de él. Me miró extrañado y dirigió una mirada llena de furia a la silla que aún seguía dada la vuelta.
-¿¡Qué le has hecho!?-le gritó. Noté como el hombre que me había llevado hasta allí estaba aguantando las ganas de levantarse y poner el orden-, ¿qué le has hecho a Isabelle?
-Tranquilo, Liam... Si te sientas, te lo podremos explicar. Todo es una confusión-dijo paciente el hombre.
-¡No!-exclamó el tal Liam. Intentó acercarse a mí, pero di un paso atrás-. Isabelle, ¿qué te han hecho?
Me miraba con dolor y sentí un pinchazo en el corazón. ¿Se podía saber quién era ese tío?
-No... No soy Isabelle-le contesté-. Yo... Yo soy Kya, no Isabelle... Yo...
El chico llamado Liam parpadeó un par de veces, sin comprender.
-Por favor, haz el favor de sentarte-le ordenó la voz.
Asintió y se acercó a la silla que estaba al lado del hombre que me había llevado a aquel lugar.
-Bien-oí como decía la voz con satisfacción-. Liam, ella no es Isabelle. Desde un principio estuvimos equivocados... Kya-me llamó-, ¿la recuerdas? ¿Recuerdas a Isabelle?
Simplemente asentí. ¿Cómo no la iba a recordar? Ella era mi otra mitad, mi otro yo. Mi gemela.

luuul Sáb Dic 26, 2009 1:44 pm

-Estuvimos equivocados-murmuró la voz. No supe en ese momento si se dirigía a mí, a los que estaban sentados a su alrededor o a sí mismo-. Nos equivocamos de gemela. Pensé que sería ella al haber nacido antes... Pensé que Kya no tendría nada que ver. Pero al enterarme de que estabas en un psiquiátrico... me di cuenta de que habíamos ido en la dirección contraria-suspiró-. Pero ahora todo va a ir bien.
Me pareció ver como las otras personas asentían con confianza. Ero yo estaba confusa. Y mucho.
-Perdón...-comencé a decir, pero me interrumpieron.

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