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Mensaje  luuul Lun Dic 28, 2009 3:32 pm

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KILLED FIFTEEN



Prólogo.

La gente derrochaba la vida como si nada; depresiones, sexo, alcohol, drogas... siempre lo mismo, nada cambiaba durante el paso de los años. Ese era el motivo por el que mataba. Mataba para que se dieran cuenta de cómo habían desperdiciado sus vidas, cómo las habían convertido en un asco y ya no servían para nada. Desde un principio quisieron quitarme la vida, desde un principio la odié... Y no quiero que nadie cometa el mismo que error que el mío.

No era ningún monstruo, no era una asesina en serie, como todo el mundo me llamaba... ¿no se daban cuenta del favor que les hacía a todos?



Capitulo 1. El pasado.


Desde un principio fui una asesina.
Maté a mi propia madre cuando nací y no me arrepiento de ello, cuanto antes lo hiciera hubiese sido mejor. Aquella mujer, a la que tendría que haber llamado madre, quiso matarme antes de nacer, no quería tener un hijo más y tal vez, si hubiese sido lista, se hubiera ahorrado el sufrimiento y podría haberme matado en cuanto antes, haría sido lo mejor para ella.
Crecí en un entorno triste, con la más estricta educación junto con mi hermana mayor, el ojito derecho de mi padre.
Desde antes de aprender a andar me di cuenta del odio que sentía mi padre hacía mí, aunque me quisiese un poco. Mi hermana me adoraba y, al contrario que otra pareja de hermanos, era yo quién sentía celos de ella.
Conforme fui creciendo, me iba haciendo más y más solitaria, no quería hablar con nadie ni nadie quería hablar con una niña como yo. A simple vista les daba miedo. Mi tez pálida y mi pelo rubio me hacía parecer una muñequita, pero al mirar mis ojos, algo en ellos les advertía que había algo peligroso en mí. Que suerte tuvieron los que me ignoraron y no me insultaron ni burlaron durante mi niñez.
Pero mi niñez acabó rápido, muy rápido. A los nueve años de edad mi padre se fue a una fiesta de la alta sociedad, dejando a mi hermana a mi cargo, algo que no debió hacer.
Aquel fue mi primer asesinato, la primera persona que maté y a la que más odiaba, fue lo más fácil del mundo.
Mi hermana estaba tranquila en el sofá, por lo que me fue fácil llegar hasta la cocina y esconderme un cuchillo debajo de la manga, para que no lo viera.
Hice cualquier cosa normal en un día normal. Me senté en el sofá, mientras mi hermana estaba tumbada y viendo la televisión. Estuve esperando media hora hasta que quedó un poco adormilada.
«Venga, pequeña, vamos a dormir, ya es demasiado tarde» Me había dicho, pero yo me quedé quieta, mirando la televisión.
Pareció preocuparse y, en cuanto me tocó el hombro para comprobar que me encontraba bien, me lancé sobre ella, clavándole el cuchillo quince veces seguidas.
Tras ver el cuerpo sin vida de mi hermana, me deshice del cuchillo, limpiando bien su sangre y volviéndolo a guardar en su sitio. Me dirigí a mi habitación y me dormí para no levantar sospechas, así podría decir que alguien había entrado mientras yo dormía.

Sabía que ya no era una cobarde, sabía que ya podía matar a quién fuera; no tenía escrúpulos ni me importaba hacer o no daño a la gente. Había probado lo que era matar y me había gustado, no quería parar de matar.
A la semana siguiente, después de que mi padre se pensara que ya estaba recuperada del asesinato de mi hermana-el cuál ocupó varias páginas de la prensa de todo el mundo-, me guardé un cuchillo en la mochila, estaba dispuesta a hacer justicia con todos los que se habían burlado de mí.
Y así fue.
Maté a cinco compañeros de mi clase, uno mientras iba a su casa; dos en el baño del colegio y los otros dos en sus respectivas camas mientras dormían. Todos tenían algo en común, todos habían sido asesinados con un cuchillo y cada uno de ellos tenía quince puñaladas.
La prensa mundial lo llamó ‘‘el asesino del quince’’. Cuando salía en la televisión, tenía que aguantar la risa ¿qué dirían si se enteraran de que no era asesino, sino asesina? ¿y si la ‘‘asesina’’ tenía nueve años?
Me hacía mucha gracia ese tema.

Así fueron pasando los años, cada uno más feliz para mí.
La policía buscaba pistas, pero no las encontraba y llegó a pensarse en que se trataba de los espíritus, que habían venido para avisarnos de que el final estaba cerca. Pero no era así.
Muchos pensaron que se trataba de un hombre al que le habían robado la niñez, por eso mataba a niños entre trece y nueve años; pero el paso de los años les hizo cambiar de opinión, ya que ‘‘el asesino del quince’’ iba matando a gente de diferente edad, entre ellos una familia entera excepto una pequeña niña. Lo habían catalogado como milagro, pero aquella niña no pudo ayudarlos demasiado, ya que era yo. Sí, maté a mi propia familia, una familia que me había odiado siempre y siempre me odiaría. ¿Para qué sufrir más con los que no te quieren pudiéndolos matar?

Yo maté mucha gente durante mi infancia y adolescencia pero... ¿quién asegura que no siga matando?
La única que lo decidiría sería yo, pero dudo que lo deje, para mí, esto es un droga, el no poder matar me pone ansiosa y las consecuencias serían peores... Pero, ¿qué pasa con mi futuro?
Nunca me he visto casada y con hijos, nunca en la vida, tal vez es por que no quiero que vivan en un infierno como este, que tuviesen esa vida...


'' ¿Quién asegura que el asesino del quince deje de matar? ''
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Mensaje  luuul Lun Dic 28, 2009 3:33 pm

Capitulo 2. Hanna.

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Hanna reía y brindaba con otras dos personas que reconocí inmediatamente. Lauren Charles y Mike Jasson, los agentes que llevaban el caso del ‘‘asesino del quince’’.
Tenía vigilada a Hanna desde hace varios días, ella iba a ser mi próxima víctima; muy pronto, pero, mientras, iba a dejar que disfrutase de al fiesta.
No había conocido nunca en persona a Hanna, pero el ver como derrochaba su vida tirada todo el día en el sofá me ponía enferma.
La estancia estaba llena. Ya no recordaba qué era lo que se celebraba, pero al averiguar que Hanna iba a ir... Necesitaba saber más sobre ella, sobre lo que hacía cada día al levantarse y al irse a dormir...
Apoyé la cabeza contra la pared y seguí observando a mi víctima, la próxima vez que iba a verla sería ya en unas circunstancias poco favorables para ella.
-¡Shelly!-me llamó en voz de grito Giselle.
Se puso delante de mí haciendo movimientos con los brazos para poder captar su atención, aunque seguía mirando a Hanna.
-¿Se puede saber qué demonios miras?-me preguntó, mientras se giraba y dirigía la mirada dónde tenía captada mi atención-. ¿Quiénes son?-me preguntó, al ver el grupo de tres que brindaban.
Suspiré y, sin quitar la vista del grupo, le contesté.
-La de pelo castaño es la inspectora Charles y el hombre el inspector Jasson, son los que llevan el caso de ‘‘el asesino del quince’’-le informé-. La chica rubia no tengo ni idea-mentí. No podía dar sospechas.
Giselle asintió y le miré con las cejas alzadas.
-¿Ya te has aburrido de beber?-le pregunté.
Ella sonrió.
-Ni lo sueñes, un tío que estaba como un queso ha ido a por las bebidas-dijo, orgullosa de sí misma.
-Contrólate, luego soy yo la que te tiene que llevar en mi coche-remarqué la palabra «mi» para que lo comprendiera.
Pareció ver a aquel chico y se despidió de mí con un geste rápido de cabeza.
Me habría encantado ser Giselle.
Siempre estaba feliz y nunca, jamás, paraba de hacer cosas. Siempre tenía un nuevo proyecto en mente; pintar su habitación, salir una noche con los amigos, ir a trabajar, ir como ayudante a una guardería, clases de pintura... era un sinfín de cosas.
Por eso la elegí como amiga y única persona en la que podía confiar, sabía perfectamente que nunca llegaría a matar a Giselle, no cómo había hecho con otra personas.

Seguí observando a Hanna hasta que, en un descuido, la perdí de vista. Aproveché esa ocasión para poder salir al aire libre y dejar de ver a aquella gente que, poco a poco, iban emborrachándose.
La noche ya había entrado y estaba deseando que el aire fresco me rozara la cara. Lo necesita, sino, en cualquier momento me lanzaría a una persona cualquiera.
Salí de aquel lugar arrastrando los pies y con la mirada fija en el suelo. Caminé por un pequeño camino de piedras que llevaba hasta un jardín, pero preferí quedarme a mitad de camino.
Busqué en mi pequeño bolso mi paquete de tabaco, pero no lo encontré.
-Mierda-maldije, al recordar que lo había dejado en uno de los cajones de mi escritorio.
Apoyé la cabeza contra la pared y me senté en el suelo, me daba exactamente igual que mi vestido se manchase, ¿para qué? Nadie iba a fijarse en mí.
Rodeé las rodillas con mis brazos y las junté con mi pecho. Necesitaba controlar el ansia de matar, pero era casi imposible.
Metí la cabeza entre las rodillas e intenté contar los latidos de mi corazón, para intentar relajarme y poder controlarme.
-¿Shelly Brooks?-me preguntó alguien.
Al levantar la cabeza me encontré con la detective Lauren Charles, supuesta mejor amiga de mi futura víctima.
Me sonreía. Había que admitir que aquella clase de vida no le iba, se notaba que nuca antes había estado en una fiesta como esa, de gala, y tampoco en alguna otra.
Asentí con la cabeza y su sonrisa se hizo más ancha, como si hubiese descubierto algo fantástico.
-Soy la detective Lauren Charles-se presentó, aunque yo sabía de sobra quién era, hasta había llegado a plantearme el cargármela-. He oído que tú sobreviviste cuando el asesino de quince mató a tu familia.
Bajé la cabeza, queriendo parecer que no me gustaba ese tema, pero en realidad lo hacía para que no viese mis intentos por no estallar a carcajada limpia.
-Sí, ‘‘sobreviví’’-marqué la palabra e hice una mueca disimulada.
Me levanté del suelo y le miré a la cara.
-Ahora mismo estoy llevando el caso y... Antes de abandonarlo, me gustaría saber si viste algo-me dijo.
Alcé las cejas de la sorpresa. ¿Abandonar el caso?
-¿Abandonar?-le pregunté. Ella asintió, pero esperó a que le contestase-. Ya me interrogaron hace tiempo y dije todo lo que sabía. Han pasado muchos años, no recuerdo muchas cosas.
Ella suspiró.
-Mi compañero y yo lo vamos a abandonar, no hay pistas; nada de nada-me dijo.
-Que pena-musité.
Ella asintió.
-Muchos han dejado ya el caso... Parece imposible encontrar pruebas, ese asesino-se calló. Parecía que no quería hablar de ello.
Me sentía alagada, ¿de verdad hacía que muchos detectives abandonasen el caso? Pensé que sólo querían tener a los mejores.
-Un placer-dijo, mientras me tendía la mano.
-Igualmente-le dije, mientras juntaba mi mano contra la suya.
Se alejó caminando lentamente... ¡Qué bonita era la ignorancia!
Había tenido al asesino delante de sus propias narices y ni había sospechado siquiera.
-¡Hey, Shelly!-me llamó la voz de Giselle a lo lejos.
En cuanto me giré me encontré con su cara enfrente de la mía.
-A ti te andaba yo buscando-le dije-. ¿No te perece que es ya un poco tarde?
Ella sonrió.
-Cada vez te pareces más a mi madre-me dijo.
Intenté sonreír. Aunque ella tenía más o menos mi misma edad, yo la quería como mi propia hija. No quería que el pasase nada malo, por eso me preocupaba de ella.
-Y tú, cada vez más, te pareces a una adolescente rebelde-le dije en tono de broma.
Ella se rió.
-Es que... verás. El chico ese de ahí me a invitado a ir a tomar algo por ahí y...
Le sonreí.
-Adelante-le dije-. Diviértete y disfruta, yo me voy ya a casa.
Me dio un abrazo rápido y salió casi corriendo de allí.
Con un suspiro me dirigí a mi coche y me dirigí a mi casa, bueno, mi casa y la de Giselle.

El recorrido a casa no duró mucho. En cuanto llegué me quité ese asqueroso peinado que me había puesto para la fiesta y me lo dejé como siempre lo había tenido, liso.
Me puse mi pijama y me lavé la cara para deshacerme del maquillaje, odiaba las fiestas.
Ya era demasiado tarde, pero a mí no me importaba, no tenía que hacer lo de siempre: fingir que me dormía para poder hacer planes para la muerte de Hanna.
Me dirigí al pequeño salón y me senté en el sofá. Apoyé la cabeza e intenté distraerme, mas me fue imposible. Las ganas de matar me podían, pero intenté resistir a base de ver estúpidos programas de televisión que, supuestamente, daban gracia.
Me pasé media hora buscando algo que me distrajera viendo la televisión, pero todo me incitaba a matar más y a diferentes personas.
Me decanté por un programa del corazón, pero lo quité al ver que no soportaría el no aguantar matar a aquella panda que se insultaba y acribillaban a una pobre chica de veinte años que había sido novia de no se quién.
Cambié de canal con rabia, ¿cómo se podían permitir el hablar de esa forma a una cría? Y decía cría por su actitud y por su cara, no parecía tener veinte años.
Dejé un programa de noticias al oír algo interesante.
-El asesinato más reciente de ‘‘el asesino del quince’’ se trata de Kyle Vreeds. Su cuerpo apareció ayer por la tarde en su casa y fue encontrado por su hermana pequeña que acababa de llegar de vacaciones con sus padre. El chico tenía dieciocho años y, como todas las víctimas, fue encontrado con quince puñaladas en el pecho...
Recordé, con una sonrisa, como maté a aquel chico que se destrozaba la vida comerciando con droga entre los alumnos de un instituto.
Aquel chico no duró mucho, a la novena puñalada murió pero... ¿lo iba a dejar en nueve? Entonces dejaría de ser el ‘‘asesino del quince’’ y pasaría a ser el ‘‘asesino del nueve’’. Me reí ante aquel pensamiento y me quedé escuchando un debate sobre aquel asesino.
Me enfadé mucho al ver cómo hablaban de él, ¿por qué tenía que ser un esquizofrénico? ¿o un hombre que mataba por placer?
Yo no mataba por placer, mataba para que se diesen cuenta de cómo despreciaba la gente sus asquerosas vidas.
Apagué con fuerza la televisión y me dirigí a mi habitación.
La casa no era muy grande. Simplemente constaba de una habitación y una sala de estar que, por al noche, se convertía en la habitación de Giselle.
No era pobre, ni mucho menos, pero tampoco era tan rica. Gané mucho económicamente al ser la única heredera de la familia Brooks, pero nunca maté a toda mi familia sólo por el dinero.
Me senté y saqué de uno de los cajones mi queridísimo paquete de tabaco y encendí un cigarrillo.
Ya tenía preparado encima unas fotos de Hanna. Sabía perfectamente qué hacía nada más levantarse, a dónde iba, qué comía y cuando se quedaba sola.
Comencé a planear cómo podía ser su asesinato...
Dejé el cigarrillo en el cenicero y me quedé observando fijamente las fotos.
-¿Podría hacer algo menos doloroso?-me pregunté, mientras cogía una foto en la que Hanna hablaba en el salón de su casa con la detective Charles-. ¿O, tal vez, hacer que sufra más?
Me toqué la barbilla y sonreí.
-El asesino del quince siempre actúa igual-me dije, a mí misma-. Nunca cambiará, Shelly, nunca lo hagas cambiar.
Saqué de otro de los cajones un bloc de notas y comencé a escribir todo lo que haría al día siguiente, el peor día de la vida de Hanna y su último día.
-Nunca cambiará-me repetí, mientras escribía en el bloc.



Al día siguiente me levanté sin muchas ganas, pero el saber que Hanna no iba a seguir desperdiciando su vida hizo que comenzara a silbar el ritmo de una canción que había escuchado el día anterior en al fiesta.

Comí sin saborear lo que comía y me vestí más rápido de lo normal. Pude comprobar que Giselle no había dormido aquella noche en casa. El sofá estaba tal y como lo había dejado la noche antes ir, aparte de que no había indicios de que hubiese entrado en la casa.
Salí de la casa y bajé las escaleras a un ritmo acelerado, me encantaba el saber que aquel día iba a matar.
Caminé por las calles de la gran ciudad, mientras iba de camino a casa de Hanna...
Había escondido debajo de mi camiseta un cuchillo y me parecía increíble que hubiese pasado desapercibido... Precioso domingo...
No tardé en llegar. Los apartamentos donde vivía no estaban lejos, aparte de que ella vivía en un bajo... Me podía colar por la ventana con total facilidad y así lo hice.
Sabía perfectamente cual era su habitación, cuando ella entraba en su habitación o cuando estaba en el salón, lo sabía todo sobre ella.

La habitación era tal y como lo había esperado: desordenada.
Me quedé cruzada de brazos en medio de la desértica habitación y me decidí por lo sencillo: tirar algo al suelo para que Hanna acudiera y yo matarla con tranquilidad.

Cogí la lámpara de la mesilla y la tiré con fuerza al suelo, no tardé en oír el típico: ‘‘¿Hay alguien?’’ que se solía comentar cuando oías un ruido, totalmente patético.
Me escondí detrás de la puerta que no tardó en abrirse para que detrás apareciera Hanna vestida con un chándal.
-¿Se puede saber quién a tirado esto?-preguntó al aire, aunque en realidad, no estaba sola.
-Tal vez he sido yo-contesté, mientras cerraba la puerta con cuidado de no dejar huellas.
Pegó un brinco y me miró con terror, mientras daba un paso atrás.
-¿Q-quién eres?-me preguntó, tartamudeando.
Alcé las cejas y me reí fríamente.
-Normalmente la gente suele asustarse cuando ve a alguien en su casa-le dije, mientras sacaba el cuchillo que me había guardado y miraba atentamente su cara-. Suelen decir: ‘‘Oh no, el asesino del quince, ¡socorro!’’-imité una estúpida voz mientras alzaba el cuchillo-. Te lo tenías que haber pensado antes de tirarte todo el santo día en el sofá, Hanan-le dije, con una sonrisa.
Aún estaba en trance, por lo que aproveché para atacarle y clavarle la primera puñalada, tapándole la boca para que no gritara.

Así seguí, hasta que llegué a la catorce y noté como aún se revolvía. Claro, todavía no había tocado la zona del corazón.
-¿Sabes? Tienes suerte, eres la primera que llega hasta aquí...
Comenzó a sollozar, ¿acaso iba a lograr que me ablandara y la dejara que se fuera tranquilamente al hospital? Ni loca.
Clavé con gran orgullo la puñalada número quince y esperé a ver como se desangraba poco a poco y pedía ayuda con la poco voz que el quedaba.
De repente, la puerta me sobresaltó.
-¿Hanna?-preguntó una voz, que reconocí como la detective Charles.
Miré a Hanna, que acababa de cerrar lo ojos para siempre y me encaramé hacia la venta, rompiéndome un tacón en el trayecto.
-¡Mierda!-maldije en lo bajo, mientras oía las pisadas de la detective cada vez más cerca.

Era quedarme ahí a recoger el tacón y que me pillase o salir corriendo para no quedar como la asesina que era, elegí la segunda opción, pero me quedé e escuchar el grito que daba la detective Lauren Charles al ver el cuerpo sin vida de su compañera de piso y mejor amiga
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Mensaje  luuul Lun Dic 28, 2009 3:34 pm

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Capitulo 3. Asesina del quince.


Narradora Lauren Charles.

Apoyé la cabeza en las manos y la hundí en ellas. ¿Por qué Hanna? ¿Por qué ella y no otra persona? Aquel asesino comenzaba a hartarme y, cada vez más, veía imposible el hecho de poder descubrir de quién se trataba.
-Lauren-me llamó una voz. No tuve que levantar la cabeza para saber que se trataba de Mike, mi compañero de profesión.
No pude evitar echar a llorar. El ver el cuerpo sin vida de mi mejor amiga con quince puñaladas me había puesto totalmente enferma y me daban ganas de acabar conmigo también.
Se sentó a mi lado y me rodeó el hombro.
-Tranquila, piensa que...-le interrumpí.
-Por favor, no me vengas con lo mismo de siempre-dije, entre sollozos-. Me lo sé de memoria.
Me froté los ojos con las manos y miré alrededor.
El salón de mi casa estaba lleno de policías y agentes recogiendo posibles pruebas que pudieran dar con el asesino. Pero esto último lo veía imposible.
No sabía como siempre lo conseguía, pero aquel asesino se libraba de toda prueba policial que existiese, ¿cómo podía conseguir tal perfección?

-Charles-me llamó la voz del inspector Wen. Levanté la cabeza y me encontré con su mirada atenta a través de sus gafas-. Lo siento-dijo-, pero comprenderás que... Necesito que firmes el acuerdo previsto ayer, sobre abandonar el caso-me explicó.
Cerré los ojos y miré fijamente la moqueta de color marrón y negué con la cabeza.
-Quiero encontrarlo-le dije-, quiero encontrar al cabrón que ha matado a Hanna-rompí a llorar y me apoyé en el hombro de Mike, que me abrazaba y me decía pequeñas frases para tranquilizarme.
-Charles... El caso es complicado y comprendo que quiera atraparlo, pero pienso que...
-Es mi vida-le interrumpí-. Quiero encontrar a ese asesino y lo encontraré... Por las buenas o por las malas.
Oí suspirar al inspector y noté como iba a replicar, pero en la sala irrumpió Dennise, la chica del laboratorio que había ido ahí por una supuesta falta de personal.
-No os lo vais a creer, pero he encontrado una pista-dijo, sonriente, mientras mostraba una pequeña bolsita de plástico que, a través de la cual, se transparentaba un pequeño objeto de color marrón y en forma de filo.
Me levanté de un salto y mi corazón comenzó a palpitar a una gran velocidad, ¿pista? ¿había una pista?
Le arrebaté el plástico y me quedé observándolo un buen rato, hasta que Mike me lo quitó de las manos y se lo enseñó al inspector.
-¿Se puede saber que demonios es esto?-preguntó el inspector.
Dennise suspiró.
-Como se nota que es un hombre-musitó-. Esta claro que es...
-Un tacón, roto-acabé la frase de Dennise sin quitar la vista del plástico con el tacón-. Lo que buscamos no es una asesino, sino una asesina-concluí, mirando al inspector que miraba perplejo el plástico.
-¿Una mujer?-preguntó-¿Es una asesina?
Dennise se encogió de hombros.
-Podría ser un tacón roto de Hanna-al escuchar su nombre comencé a temblar-, o de Lauren, aunque hemos mirado todos los zapatos y ninguno está roto.
La miré.
-Has... ¿mirado todos mis zapatos?-le pregunté, aunque estaba un poco fuera de lugar.
Se encogió de hombros.
-Lo necesitaba-murmuró y me sonrió.
El inspector seguía mirando el plástico con el tacón y me dirigió su mirada.
-¿Podrá encontrarla?-me preguntó.
Asentí.
-Simplemente tendremos que encontrar a una mujer con el tacón roto-le dije, con una sonrisa.
Mike me miró, horrorizado.
-Pero...-Dennise le interrumpió.
-Hay un código de serie que puede decir el modelo y, con suerte, la tienda... Tal vez nos den la lista de clientes.
Nos miró a las dos.
-¿Vosotras sabéis cuantas mujeres que compran tacones hay?-nos preguntó.
-Muchas-respondió Dennise.
-A si que hay que comenzar en cuanto antes-terminé de decir
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Mensaje  luuul Sáb Ene 02, 2010 8:43 pm

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Capitulo 4. La pista.


Narradora Shelly Brooks

Giselle estaba tumbada en el sofá y yo me había hecho un hueco en un rincón, mientras veíamos la televisión y, de vez en cuando, nos hacíamos pequeñas bromas.
Giselle estaba buscando un buen programa de televisión cuando apareció un pequeño avance informativo del canal cinco.
Reconocía perfectamente al hombre que hablaba. Me había interrogado años atrás al ser la única superviviente de aquel cruel asesino...
-En el último homicidio, por increíble que parezca, hemos encontrado una pista-contaba, mientras millones de micrófonos le aprisionaban en un rincón.
No sabía si aquello era legal o no, pero sacó una pequeña bolsita de plástico, dónde mostraba claramente la pista.
-Esto-dijo, mostrando la pista-, nos demuestra que no es asesino del quince; sino, asesina del quince-me sentí alagada-. No vamos a dejar las investigaciones y esto puede ser un gran avance para el caso-dijo, orgulloso de sí mismo.

Volvieron a conectar con la presentadora y se abrió otro debate... ¿cuántos debates sobre mí se iban a hacer?
Llamaron a la puerta y Giselle se levantó a abrir, dejándome a mí sola en el sofá, en un rincón... ¿debería estar bien por que había averiguado que era una chica o todo lo contrario?
-Shelly, es para ti-dijo Giselle, asomándose por la puerta y desapareciendo tras ella.
¿Para mí?



Aparecieron los detectives Charles y Jasson.
-Vaya, felicidades por la pista-les felicité, mientras señalaba la televisión.
-¿Por qué no lo comentaste antes?-me preguntó apresuradamente la detective Charles.
Fruncí el ceño.
-Lo siento, no sé a que se refiere-le contesté, muy educadamente.
Se acercó a mí a grandes zancadas y me miró desde arriba.
-¿Qué fue lo que pasó exactamente el día del asesinato de su familia?-me preguntó y tragué disimuladamente saliva.
Escondí la cabeza entre las manos, en un intento de hacer un poco de teatro.
-Fue horrible-dije, poniendo un tono de voz falso-. Estaba durmiendo y comencé a oír gritos. Salí por la puerta y observé un gran charco de sangre que salía del salón. Oí como se acercaba alguien y entré en mi habitación, después me escondí debajo de mi cama, detrás de unas cuantas mantas que había cogido-una lágrima falsa bajó por mis mejillas-. Oí pasos en mi habitación y... Cerré los ojos, no quería ver como me mataba. Pero me desperté al día siguiente viva, fue un milagro-le miré, intentándola convencer de que no había visto nada.

Era increíble como me las había apañado para dar esquinazo a los policías.
Con dramatizar un poco ya los tenía comiendo de mi mano y tratándome como si fuese algo extraordinario, supuestamente, acababa de salvarme de las garras de un asesino en serie.
-¿Viste algo o no?-me preguntó la detective.
La miré y asentí.
-¿Qué viste?
Me mordí el labio con disimulo, ¿debería decir algo que hiciese que el juego fuese más divertido o el aburrimiento de siempre?
-Unos pantalones de campana y... Unos tacones-susurré.
La oí cerrar con fuerza la boca y, al levantar la vista, vi que estaba apretando los dientes.
-Viste que era una mujer... Y no dijiste nada-me recriminó.
Fruncí los labios.
-Pensé que era una de mis tías, seguía oyendo gritos abajo y...-hice que poco a poco se me fuera la voz. Eso daría un poco más de realismo a la historia.
Suspiró.
-La pienso encontrar aunque me cueste la vida-susurró, mientras salía de la estancia, seguida poco después de su compañero.
Se sequé el poco sudor que tenía en la frente y miré la pantalla de la televisión.

Había estado oyendo que la famosa presentadora de informativos del canal cinco, Michelle Atteneux, estaba dándose por el alcoholismo, algo que no mucha gente veía bien.
La había pillado un par de veces borracha y una vez apareció en las noticias en ese estado, algo que dio mucho de hablar en algunos programas.
Me puse de rodillas enfrente de la televisión, mientras ella presidía el debate sobre mí.
-Con que nuestra presentadora se está volviendo así-musité-, ¿sabes que te estás arruinando toda tu vida?-le pregunté a su imagen de la televisión.
La miré atentamente y sonreí maliciosamente. La señalé, tocando la televisión y me reí por lo bajo.
-¿Sabes?-le pregunté-, tú no vas a presentar el próximo asesinato de la asesina del quince-sonreí-. Por que dudo que puedas informar sobre tu propio asesinato.
Me levanté, aún con la sonrisa en la boca.
-Giselle, ¿quieres que pida una pizza para cenar?-le pregunté.
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Mensaje  luuul Sáb Ene 02, 2010 8:45 pm

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P.D: Aviso que aquí voy a tener que poner una imagen para que veáis cuales son las víctimas de las que hablo.
.................................................................................................................................

Capitulo 5. Víctimas.


Lauren Charles


Cogí una manzana del frigorífico y me senté en el sofá, mientras encendía la televisión.
Mike me había dejado que me quedase en su casa mientras necesitasen mi casa para investigar, aunque tampoco me apetecía volver al lugar dónde habían matado a mi mejor amiga. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras cambiaba al canal seis.
Se me desencajó la mandíbula, ¿tenían derecho a mostrar lo que estaban mostrando? Yo creo que no.

Estaban haciendo un especial sobre la asesina del quince - seguía sin acostumbrarme a llamarla ‘‘asesina’’ - e iban enseñando, a su vez, una foto de cada víctima.
Cogí mi móvil para llamar a Mike y que se lo contara al inspector - estos dos estaban en la oficina, intentando averiguar cosas inútiles sobre aquella asesina -, pero me acobardé por miedo a meter la pata ¿y si les habían dado permiso?
Me callé y mordí la manzana que tenía en la mano, mientras esperaba a que comenzase el reportaje. Suponía y había otras muchas personas que estaban esperando lo mismo que yo.

-Buenas noche-dijo el presentador, mientras lo miraba atentamente-. Como ya saben, hoy repasaremos cada una de las vidas de algunas de las víctimas de la asesina del quince.
Pusieron una cabecera cutre con cada una de las víctimas y sentí un pinchazo en el pecho al ver entre ellas a Hanna.

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En primer plano mostraron una foto de una mujer. Parecía adinerada y debajo de la foto ponía claramente su nombre.
-Zoe Bitain-la presentó el locutor-. Fue una de la primeras víctimas adultas de la asesina del quince. Vivía en su mansión de Phoenix y apareció muerta en la basura, con las famosas quince puñaladas de la asesina-mientras iba diciendo lo último, comenzaron a mostrar fotografías del escenario ensangrentado y algunos policías. Comenzaba a pensar que aquello comenzaba a ser ilegal-. Dejó viudo a un hombre de bien y huérfano de madre a un chico de diez años.

Alcé las cejas. No todo en aquella chica había sido rosas y felicidad.
Conocía perfectamente la vida de cada una de las víctimas de la maldita asesina. Sabía con quiénes habían estado sus últimas horas y dónde, aparte de que tenía muchas más información de ellas.

Zoe Bitain. Se hizo millonaria al ganar la lotería, bueno, ella no, su madre, pero ésta ya estaba demasiado enferma y anciana como para poder disfrutarla. Su hijo tenía problemas escolares con sus compañeros y ella era inconsciente de ello. Su marido la engañaba con el ama de llaves... Esto dejaba claro que todo lo que decía la televisión era mentira.

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-Angelique Petit-dijo el presentador-. De origen francés, pero criada en Texas, era una chica generosa y amable con los demás, según decían sus padres. Apareció muerta en su habitación. Su madre se asustó al ver que no contestaba y la vio junto a la ventana, con toda la camiseta llena de sangre y...
Resoplé, mientras miraba las fotos del escenario, ¿amable y generosa? ¡Aquella chica estaba metida en el mundo de las peleas callejeras!
Aparte de que tomaba drogas y cada fin de semana se emborrachaba todo lo que podía... Menudo angelito.

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Me crucé de brazos y di otro mordisco a la manzana mientras veía la nueva cara de la pantalla, aunque esta vez no iba sola.


Dos chicos - cada uno por un lado -. Sonreían a la cámara.
-Gabriel Wood y Hada Daley- presentó -. Eran pareja, hasta que Hada apareció muerta junto a la tumba de su madre, que había muerto hace diez años. Unas semanas más tarde, Gabriel aparecía muerto en el ascensor de su casa. Los dos tenían las quince puñaladas.
Subí los pies a la mesa y miré los escenarios.
Hada era una chica que se creía todo. Parecía haber sufrido mucho y aquello parecía deprimirla demasiado.
Cuando Hada murió, tuve que hablar con Gabriel. Se le veía dolido por dentro y pensaba que la culpa la tenía otra persona; pero sabíamos perfectamente que se trataba de la asesina del quince, en aquellos tiempos, asesino.
A la semana de hablar con él, apareció muerto... Como si él hubiese tenido la culpa. Muchos dijeron que había sido suicidio, pero lo descartamos... ¿cómo iba alguien a querer morir de quince puñaladas por sí mismo?



Apagué con fuerza la televisión y me quedé mirando el techo.
La vida de aquellas personas no era como la pintaban... Aquella asesina mató a algunas prostitutas, a gente que sólo le importaba el dinero, drogadictos y alcohólicos...
La manzana se me cayó al suelo y parpadeé un par de veces para reaccionar...
¿Y si había una explicación? ¿Y si en realidad, las víctimas tenían ciertas cosas en común?
Me lancé al móvil y marqué el teléfono del inspector, pero me arrepentí y lo dejé otra vez en la mesa... Tal vez se trataba de simple casualidad...
Lo mejor era esperar unos días para asegurarme bien de mis sospechas.
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Mensaje  luuul Sáb Ene 02, 2010 8:47 pm

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Capitulo 6. Michelle


Shelly Brooks

Me senté en el asiento de mi coche y lo puse en marcha.
Tras dos semanas de planear y planear, conseguí hacer un plan:
Todos los sábados, iba a una residencia de ancianos para poder hacer que pasasen un buen rato en compañía de alguien. Tras salir de allí a las seis de la tarde, fingiría que me había robado el coche; mientras en realidad, estaría en la entrada de la casa de Michelle Atteneux y esperaría el momento en el que poder entrar en su casa y asesinarla.

Así fue como lo hice. Esperé en la entrada hasta que observé que la luz de su despacho se encendía y fui hasta la ventana que, con mala suerte para Michelle, estaba abierta. Ella tenía un vaso de whisky encima del escritorio dónde iba bebiendo poco a poco y tecleaba en el ordenador.
Entré en la estancia y saqué del pantalón mi querido cuchillo esperé a que se diese cuenta, pero parecía que no iba a suceder.
Suspiré silenciosamente y caminé con cuidado de no hacer ruido hasta detrás suya y le tapé la boca con la mano.
-Sí hablas o gritas, será peor-le advertí y ella asintió con la cabeza, mientras tenía los ojos abiertos del pánico.
Levanté el cuchillo y gritó contra mi mano no haciendo ruido. Comenzó a dar patadas y una me alcanzó. Como respuesta le clavé más fuerte la puñalada y la sangre le comenzó a salir a borbotones. Al llegar a la última puñalada me pasé le mano por la frente. La chica me la había hecho pasar canutas.
Arrastré el cadáver hasta la ventana. Esa misma tarde había decidido hacer algo más trágico. Lo saqué fuera de la ventana y lo arrastré hasta el maletero de mi coche, dónde lo metí y comencé a conducir hasta un lugar que había elegido.
Iba a una gran velocidad y sabía que tenía que tener cuidado al ser una carretera secundaria, pero si alguien veía mi rostro y reconocieran el coche en las noticias, me señalarían y todo mi trabajo de todos los últimos años se iría a la mierda.
Apoyé la cabeza en el asiento sin quitar la vista de la carretera y uno de mis peores temores se hizo realidad al ver una luz parpadeante de color azul y rojo alternándose.
Paré en seco, abalanzándome hacia delante por el frenazo que había dado. Al poco tiempo oí como alguien llamaba con los nudillos al cristal.
Giré la cara, pero no sin antes asegurarme de que no había nadie que pudiese verme aparte del guardia que tenía enfrente. Divisé el coche patrulla dónde había alguien dentro, pero parecía distraído y miraba a otro lado que no era mi coche.
Bajé la ventanilla e intenté sonreír.
-Lo siento, señorita-dijo, un poco confuso-. Pero iba a más velocidad de la permitida y...
-Lo siento, no me di cuenta-le contesté-. Pero llevo prisa para ver a mis padres que están en el hospital-mentí.
Frunció el ceño y miró dentro del coche.
-¿Podría enseñarme los papeles del coche?
Asentí y abrí la guantera en busca de ellos y se los entregué.
Los miró atentamente y frunció los labios.
-¿Algo más?-pregunté, con cierta sorna. Aunque me arrepentí.
Me miró con cuidado y me entregó los papeles.
-Sí-contestó, mientras guardaba los papeles en su sitio-. ¿Podría enseñarme el maletero?
Cerré con fuerza la guantera y respiré hondo. Problemas.
-¿Algún problema?-preguntó el guardia, esperanzado de que sí que hubiera.
Me aseguré de que tuviese el cuchillo conmigo y sonreí.
-Por supuesto que no-le dije y salí del coche.
Abrí el maletero y sonreí al ver el cadáver de Michelle. Me aseguré por última vez de que su compañera no miraba y le invité a que viese el contenido de mi coche.
Se paró delante y se le desencajó la boca.
-¿Pero qué demonios...?
Le clavé el cuchillo por la espalda.
-No grites-le susurré al oído-. Será muy mala para tu compañera.
Tragó saliva.
Seguí clavándole las respectivas quince puñaladas, pero me di cuenta de que esta vez eran por la espalda... Por lo que la última se la clavé por delante, en el corazón.
Cuando cayó al suelo sin vida, sonreí para mí misma y subí al coche. Arranqué con rapidez el coche y me dirigí a WestSide, un lugar en el que no solía frecuentar mucha gente y cerca de la residencia donde había estado el resto del día. Corría hasta la estación de servicio más próxima, dónde pedí ayuda para que me levasen un taxi por que ‘‘me habían robado el coche’’. Nadie sospechó de mí, ya que me conocían por pasar allí algunas tardes y por mi coche, nuevo, lujoso... Y buen objetivo para cualquier robo.
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Mensaje  luuul Lun Ene 04, 2010 2:13 pm

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Capitulo 7. Sospechosa


Lauren Charles

Había pasado ya dos semanas desde el asesinato de Hanna. Aún seguía viviendo en casa de Mike y no había dicho nada sobre mis sospechas de cómo y a quién mataba.
Apoyé los brazos sobre la mesa de mi despacho y comencé a mirar atentamente las fotos de las víctimas. Gente joven, niños, ancianos, personas con familia... ¿y si mataba por que sí? ¿Y si no había ningún motivo?
Alguien irrumpió en mi despacho, haciendo que pegara un salto y me levantase de la silla. Era Mike.
No tuvo que abrir la boca para decirme de lo que se trataba.
-Otro asesinato, ¿verdad?-le pregunté.
Negó con la cabeza.
-Esta vez han sido dos.

Salí corriendo en busca del coche y esperé con impaciencia a que Mike subiese al coche.
En cuanto cerró la puerta, aceleré con fuerza y él se agarró al asiento.
-¿Dos?-le pregunté, mirando la trayectoria en el GPS.
-Sí. Es... La presentadora de televisión, Michelle Atteneux. El inspector cree que es por las críticas que hacía sobre la asesina-me explicó.
-¿Y el segundo asesinato?-le pregunté.
-Un guardia de tráfico. Su compañera a contado que vieron un coche a una gran velocidad por una carretera secundaria, donde le asesinaron. Ella se quedó en el coche mientras él hablaba con el conductor. Ella no vio su cara.
Respiré con cuidado.
-Creemos que vio el cadáver del maletero-prosiguió-. Creíamos que se trataría de otra persona... Pero al encontrar el coche que nos describió la compañera del guardia... Encontramos le cuerpo de Atteneux.
-¿El guardia no tenía las quince puñaladas?-pregunté, confusa.
-Bueno... No pudimos examinar el cuerpo hasta que llegase el forense. Encontraron antes el cuerpo en el coche abandonado con sus respectivas quince puñaladas. En el cuerpo del guardia había una por delante... Cuando llegó el forense, descubrimos que las otras catorce estaban por la espalda.
-Le pillaron con el cadáver y lo mató mientras el guardia miraba el maletero...
-Así creemos que es.
Le di un golpe al volante de la rabia y me mordí el labio.
-¿Lauren?-me pregunté, tocándome un poco el hombro.
-¿No lo comprendes?-le pregunté y la voz se me quebró-. Él vio a la asesina... Él se entrometió en sus planes y pagó con la muerte...-sacudí la cabeza-. Exactamente lo mismo que Alba.
-¿Alba?-preguntó, confuso.
-María Alba-le dije-. Una chica joven, responsable... Aquel día se retrasó y tomó un atajo para volver a casa. Ella misma llamó a la policía al ver a una persona tirando algo a los contenedores... Quince minutos después de su llamada, encontraron un cadáver con quince puñaladas en la basura y el cuerpo de María al lado. Ella seguía aún viva y la interrogué de camino al hospital... Pero entró en parada y no salió de esa.
Suspiré.
-Tan cerca de la asesina... Estábamos tan cerca...
Mike recibió una llamaba al móvil y contestó.
Yo seguí mirando a la carretera y odiándome a mí misma por no poder dar con la maldita asesina.
-Lauren-contestó, en cuanto colgó-. Da media vuelta. El inspector nos espera en su despacho. Tiene algo interesante.
-¿Interesante?
-Bueno... Creo que te podré ir contando algo. ¿Sabes a quién pertenece el coche?-me preguntó.
-Ni idea-contesté, dando media vuelta.
-A Shelly Brooks-contestó-. Ayer por la noche denunció que se lo habían robado.
-¿Cogieron el coche de Shelly?-pregunté.
-Bueno, el inspector piensa que pudo ser casualidad... O que la asesina se la tiene jurada por salvarse cuando mataron a su familia.
Suspiré y aparqué le coche en su respectivo sitio. Volví a salir corriendo en dirección al despacho del inspector y al llegar a su puerta, llamé impaciente.
La voz del inspector me invitó a entrar y obedecí. Me senté en una de la sillas mientras esperaba a que viniese Mike. Una vez con nosotros, el inspector comenzó a hablar.
-Como ya le he contado a Jasson-dijo-, encontramos el coche donde se hallaba el cuerpo de Atteneux. Bien, han encontrado algo interesante en el coche-explicó.
Dejó encima de la mesa una cinta.
-Creemos que es de la asesina y quiere comunicarse con nosotros... Están analizando las huellas de la cinta.
-¿Podemos oírla?-pregunté, esperanzada.
El inspector suspiró.
-Era lo que os iba a proponer.
Sacó una grabadora y metió la cinta. Hizo un ruido raro y noté que había gente a mis espaldas, tal vez era gente de aquel caso.
-Me alegro de que hayan encontrado esta cinta, sea quien sea-dijo una voz distorsionada-. Tal vez los policías se hayan adelantado, pero sino es así, entrégales la cinta antes de oír lo demás-previno la voz. Hubo una leva pausa antes de que prosiguiera. Noté a la gente de mi alrededor tensa-. Este mensaje irá, más bien, para los detectives Jasson y Charles... Aunque creo que esto le interesará más a Lauren-se rió y yo me tensé. ¿Sabía como me llamaba? La gente normal no sabía quiénes eran los detectives que llevaban el caso de la asesina del quince...-. ¿Sabes, Lauren? Hanna siempre estará en mi memoria. Siempre la recordaré como la primera que duró tanto-volvió a reírse-. Pensé que no me daría tiempo y murió justo un segundo antes de que abrieras la puerta, pensé que tendría que matarte a ti... Pero el juego no tendría tanta gracia, ¿verdad?
Apreté los puños con fuerza y noté como Mike me cogía de la mano para tranquilizarme.
-Me gustaría decirles... Que lo tienen muy fácil. En el fondo... Todo está conectado-la cinta se acabó justo al terminar la frase.
Todos nos quedamos en silencio.
-¿Qué ha querido decir con lo último?-preguntó un chico del laboratorio.
-Las víctimas están conectadas... Salvo las primeras durante unos once años...
El inspector me miró con curiosidad.
-¿Cómo?-preguntó.
-Todos-dije-, absolutamente todos tenían algo malo. Algunos eran drogadictos o incitaban a tomar droga; otros, eran alcohólicos; otras muchas otras prostitutas... Y los restantes tenían grandes depresiones y no solían salir de su casa-expliqué.
-¿Y le guardia y María Alba?-preguntó un compañero.
-Se metieron en sus planes-expliqué. Me mordí el labio-. Pequeños imprevistos fáciles de eliminar...
Todos se callaron.
-Muy bien, Charles. Eres la primera que a llegado tan lejos-me felicitó el inspector.
Fui a decir algo, pero Denisse interrumpió en la sala.
-Tengo los resultados de las huellas de la cinta-sonrió de oreja a oreja-. No os lo vais a creer.
Nos pasó una foto y todos la miramos.
-¿Quién es?-preguntó Mike.
Era una chica pelirroja y llevaba varias orquillas de diferentes colores en el pelo. La reconocía.
-Giselle Brandom-contesté-. La que nos abre al puerta en casa de Shelly Brooks.
Cogí a Mike de la mano y lo llevé al coche para ir en busca de Giselle.
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Mensaje  luuul Lun Ene 04, 2010 2:15 pm

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Capitulo 8. Sospechas II


Shelly Brooks

Me apoyé en la encimera mientras bebía de mi taza de café. Me había pasado toda de comisaría en comisaría para preguntar si alguien había visto mi estúpido coche hasta que nos avisaron de que había sido encontrado con un cadáver dentro... Había hecho un poco de teatro y me había puesto a llorar, pero me confesaron que estaba libre de sospechas... Como me gustaba pasar desapercibida.
Miré al techo y dejé la taza en la encimera, hacía poco que me había levantado.
Para gran sorpresa, Giselle estaba más despierta que nunca y había estado toda la mañana dando vueltas de aquí para allá. Respiré tranquila cuando se metió en la ducha, pero mi tranquilidad desapareció cuando llamaron al timbre.
Sonreí para mis adentros.
-Vaya... Parece que han llegado pronto-dije, mientras cogía la taza de café y abría la puerta.
Allí estaban, como no, la detective Charles y el detective Jasson. Hice que me sorprendía.
-¿Qué hacen ustedes aquí?
La detective me miró de arriba a abajo y suspiró.
-Venimos a hablar con tu amiga-respondió.
Ahora no estaba fingiendo.
-¿Mi amiga? ¿Giselle?-les pregunté, confusa.
Los dos asintieron y les invité a entrar.
-Pasen mientras la aviso-les indiqué el camino hasta el cuarto de estar y llamé a la puerta del baño.
-Giselle, los detectives quieren verte-le avisé.
Oí el agua, hasta que se paró.
-¿A mí?-preguntó en alto-. Ahora salgo.

Me encaminé al salón y los pillé mirando cosas.
-¿Quieren algo?-les pregunté.
Los dos me miraron y la detective Charles asintió.
-¿Dónde está la habitación de Giselle?-preguntó.
-¿No necesitan una orden?-pregunté y suspiré. Me acerqué al sofá y quité los cojines para tirar de una barra, sacando así una cama con unas sábanas rosas con estrellas-. Tachán- les señalé el salón-. La habitación de Giselle.
Los dos me miraron extrañados.
-¿Duerme aquí?-me preguntaron.
-Conocí a Giselle después de comprar el piso-les expliqué-. No había habitaciones y...-Giselle me interrumpió.
Salió enrollada con una toalla y alcé las dejas... ¿lo había hecho aposta para provocar al detective Jasson?
-Siento tardar-se disculpó-. ¿Qué quieren?
La detective le miró y sacudió la cabeza.
-¿Es verdad que le robaron el coche a Shelly?-preguntó y me mosqueé... ¿eso no me lo podía haber preguntado a mí?
-Sí...-respondió, confusa.
-¿Sabes que había una cinta con tus huellas dentro del coche?
-¿Una cinta?-preguntó-. Es probable... He entrado mucho en el coche y...
-La asesina había grabado algo en ella-explicó-. Giselle, esto te convierte en sospechosa-frunció el ceño y añadió:-, en única sospechosa...
-Pero...-Giselle sacudió la cabeza-. Pero no puede ser. Tengo un equipo de grabación, tanto de grabadoras, como de video pero... Es de hace tiempo, no lo he sacado nunca del cajón-explicó.
Lauren Charles me dirigió una mirada significativa.
-Yo no sabía nada de eso-me justifiqué-. No sabía que existían esas cintas-mentí.
La detective volvió a mirar a mi amiga.
-¿Le diste a alguien algunas cintas?-preguntó.
Giselle se lo pensó.
-Creo que le di algunas a unas amigas... Cuando era pequeña-explicó.
-¿Podrías darnos una lista con los nombres?
-No me acuerdo muy bien... Pero lo intentaré.
Nos quedamos en silencio y respiré hondo. Hice una mueca de dolor al notar un pequeño pinchazo debajo del pecho. Caí en la cuenta de que se trataba de la patada de Michelle.
-¿Estás bien?-me preguntó y, al levantar la cabeza, observé que todos me miraban.
-Sí-dije, poniéndome una mano justo dónde me dolía-. Ayer me di con al pared-expliqué. Entonces tuve una idea-. Detective-la llamé.
Me miró.
-¿Sí?
-Esto... Creo que me suenan las cintas-confesé-. Una amiga me pidió una hará unos meses... dijo que era urgente-mentí. Eso se iba a poner muy divertido.
La detective abrió los ojos como platos.
-Dime el nombre, ahora-me obligó.
Respiré con dificultad.
-Marie Priston-contesté.
Marie siempre me había caído mal. Nunca llegó a meterse conmigo, por lo que no tuve motivos para matarla... Tal vez estaba esperando a que llegase ese momento. Sabía que se ponía nerviosa por cualquier cosa, sobretodo con la policía. Con ella como posible sospechosa, tanto Giselle como yo saldríamos libres de sospechas.
Me despedí de los agentes y me tumbé en el sofá, mientras Giselle se vestía.
-He quedado-me dijo y yo, simplemente, asentí con la cabeza.
Me quedé toda la tarde viendo la televisión y me tragué todos los debates posibles sobre mí... ¿nunca llegarían a acabarse? ¿Tendría que matarlos a todos?
Me puse un cojín encima de la cara y cerré los ojos, con un poco de suerte podría llegar a dormir.
Cuando volví a abrir los ojos y me quité el cojín, observé que ya había anochecido. Parpadeé un par de veces antes de dirigir mi atención a la televisión.
-Marie Priston acaba de ser detenida por el asesinato de muchas personas bajo el apodo de ‘‘asesina del quince’’-sonreí al oír a la presentadora-. Tras dos horas de interrogatorio, los detectives encargados del caso...
No oí nada, sólo miraba las imágenes. Marie no se había cubierto la cabeza, como muchas otras personas, iba al descubierto y sacudía continuamente la cabeza.
-Yo no he hecho nada-parecía que murmuraba.
Algunas personas comenzaron a insultarla y se abalanzaron a ella, haciendo que ella gritara más su inocencia... Iba a hacer sufrir un poco a Marie.
Tenía planeado dejar de matar durante un mes... Y luego volvería, no sería tan mala como para dejarla ahí en la cárcel, dónde, seguro, había muchas presas esperando a que apareciera por allí la asesina del quince para vengar, o bien la muerte de algún familiar suyo, o bien algún amigo.
-Pobre...-me compadecí, pero terminé a carcajada limpia.
Me levanté del sofá y me fui a la cocina para preparar la cena.
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Mensaje  luuul Lun Ene 04, 2010 2:16 pm

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Capitulo 9. Contratiempo.

Lauren Charles.


Apoyé la cabeza en los brazos y seguí examinando las fotos de todas las víctimas. Mike estaba en el mismo lugar que yo, mirando el interrogatorio de Marie Priston.
Comencé a sentir un gran odio hacia ella... Había matado a mi mejor amiga y muchas, muchísimas personas más.
Observé, con gran dolor, la foto de mi amiga e intenté contener las lágrimas, levantando la cabeza y mirando el video del interrogatorio.

Marie estaba sentada en una silla, no se había movido ni un centímetro, pero miraba continuamente la mesa y movía las manos.
-Bien... Marie-le había dicho-. ¿Le pediste una cinta a Shelly Brooks?
Siguió moviendo las manos.
-No... Sí... No sé-contestó.
-¿Estás nerviosa por algo?
-H-hoy no me he tomado las pastillas-se excusó-. Suelo tener crisis nerviosas y...
Levantó la cabeza y cuando se topó con mis ojos, la bajó.
Saqué de una caja fotos y las coloqué encima de la mesa, pero no tenía suficiente sitio.
-¿Ves a estas personas?-le pregunté-. Pues aún hay más... ¿las has matado tú?
-Yo... No. No lo sé, no lo recuerdo yo... Yo quiero un abogado. Quiero mis pastillas-comenzó a ponerse nerviosa.

Miré a otro lado y no pude contener las lágrimas. Comencé a meter las fotografías de las víctimas, los lugares de los crímenes... Por fin se había acabado esa agonía.
Noté como alguien me cogía por la cintura y me besó el cuello.
-Ahora que a acabado el caso...-musitó.
-Mike, no estoy de humor-le dije, apartando sus manos de mi cintura.
Suspiró.
-¿Cómo coño quieres que llevemos una relación normal si cada vez que te intento tocar tengo que mirar a mi alrededor?-me preguntó-. Ya a acabado todo, no nos tenemos que esconder, Lauren...-me dio un fugaz beso-. Por favor... Sé que la pérdida de Hanna te ha afectado, pero lo tienes que superar.
Apoyé la cabeza en su hombro y comencé a llorar.
-Ya... Tranquila, Lauren. Estoy aquí contigo, tranquila...
-No... He sido una egoísta, sólo he pensado en mí... Todo se ha ido a la mierda. Puedes irte con otra si quieres-sorbí por la nariz y me alejé de él.
Me dio alcance rápidamente y me volvió a coger por la cintura.
-No voy a irme con otra. Voy a quedarme aquí por que te quiero-me apartó el pelo de la cara y me dio un beso en la frente. Pero no me animé-. Lauren... Renunciaré al empleo si podemos estar juntos, no quiero volver a escondernos por culpa de otro caso-me limpió las lágrimas con la manga de su camisa-. No llores más.
Mike y yo habíamos llevado una relación a escondidas desde que los dos nos vimos por primera vez. Las relaciones entre compañeros no eran bien vistas y, si queríamos trabajar juntos, teníamos que llevarlo todo en secreto.
Me abracé a él y comencé a respirar con cuidado, mientras me secaba las pocas lágrimas que me quedaban.
-Ya a acabado todo-me recordé a mí misma-. Ahora podemos estar juntos-sonreí.
Me acerqué a él para besarle, pero abrieron la puerta de golpe, haciendo que me separase de él de un empujón.
-¿Dennise?-pregunté, al reconocerla- ¿Qué pasa?
Se mordió el labio.
-Un contratiempo-dijo.
-¿Cómo?-pregunté.
-Unos vecinos han avisado a la policía diciendo que han oído gritos en casa de Shelly Brooks y Giselle Brandom-dijo-. Los vecinos dicen haber oído gritar a alguien en el piso de las chicas y, al poco rato, Shelly había entrado y los gritos aumentando-explicó.
Hubo una leve pausa, llena de tensión.
-¿Marie está en la cárcel?-pregunté. Era probable que quisiese vengarse por que Shelly la había delatado.
-Sí-dijo-. Sea quién sea, es un desconocido.
Salí corriendo de allí y Mike me alcanzó.
-No lo comprendo-dijo, subiéndose al coche-. ¿Quién querría matarlas?
Había comenzado a salir del parking. El bloque de edificios donde vivían no estaba muy lejos.
-Si te soy sincera... No lo se.

Aparqué enfrente de la puerta y salí corriendo hacia el portal, seguida de Mike.
Comenzamos a subir las escaleras cuando oímos un grito agudo, de dolor. No sabía por qué, pero reconocí de quién provenía.
-Shelly-susurré y corrí más en subir las escaleras.
Cuando llegamos al piso. Unos cuantos vecinos golpeaban la puerta y pedían que les abriesen.
-Apártense-avisó Mike y cogió carrerilla, para golpear la puerta y abrirla de una patada.
Me asomé y mi mundo se derrumbó en pocos segundos.
Shelly estaba enfrente del cuerpo sin vida de Giselle, que tenía las ropas llenas de sangre y pude distinguir a la lejanía quince puñaladas.
Brooks agarraba con fuerza la mano de su amiga y lloraba, desconsolada. No pude verle la cara al tener el pelo cubriéndola.
-¿Shelly?-pregunté, dando un par de pasos al interior del piso.
Levantó la cabeza, dejando ver su rostro.
Tenía los ojos rojos de llorar y por la boca le corría un líquido rojo. Sí, era sangre.
Me fijé en su cuerpo y me acerqué a ella, alejándola del cuerpo de Brandom.
-Shelly, ¿qué a pasado?
Rompió a llorar, mientras intentaba volver a coger la mano de su amiga con una mano y, con la otra, se agarraba un filo que tenía clavado.
-¡Que alguien llame a una ambulancia!-grité, mientras examinaba las heridas de Shelly.
A diferencia de Giselle, tenía tres puñaladas. Tal vez no le habían dado tiempo a clavar las quince.
-Shelly, quién a sido-le pregunté-. Shelly, dímelo.
Cogió un gran trago de aire y me miró.
-Giselle-dijo-. ¿Por qué le han hecho eso?-preguntó y cerró los ojos.
-¡No! ¡Shelly, no te vayas, vuelve!-grité-. ¡Lucha, Shelly, lucha!
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:05 pm

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Capitulo 10. Giselle.


Shelly Brooks.

Una hora antes de todo...

Dejé las bolsas de la compra en el suelo y busqué las lleves de mi casa en el bolsillo. Cuando, después de cinco minutos las encontré, abrí la puerta y lo que vi, no me gustó nada.
El corazón se me subió a la garganta y las bolsas se me cayeron al suelo.
-Shelly, ¿qué es esto?-preguntó Giselle, mientras me mostraba un pequeño objeto.
Me estaba mostrando un cuchillo, lleno de sangre seca. Era mi cuchillo.
-Yo...-no encontraba una excusa-. Giselle, por favor, no digas nada-le supliqué.
Cerré la puerta, no sin antes asegurarme de que nadie había visto nada. Cuando Giselle lo comprendió, dejó caer el cuchillo al suelo y se llevó las manos a la boca.
-Tú...
-Soy la asesina del quince-terminé su frase-. Giselle, no te quiero hacer daño, por favor...
Bajó la cabeza.
-Shelly-me llamó, aún mirando al suelo- ¿podrías salir fuera y volver a entrar cuando me oigas?-me preguntó.
Retrocedí hasta la puerta, sin saber de que me hablaba y cerré la puerta. Fue cuando mi pesadilla comenzó.
Oí gritar a Giselle y, algunos vecinos, abrieron sus puertas para ver que sucedía.
Intenté meter la lleve en la cerradura y fue cuando comprendí que Giselle estaba haciendo teatro.
-¿Giselle?-pregunté, entrando en el piso y grité mientras cerraba la puerta.
Se había clavado el cuchillo.
Calló al suelo y se sacó el cuchillo para volvérselo a clavar. Se lo quité de las manos.
-Hazlo-me suplicó-. Shelly, me iré de la lengua, mátame-me obligó.
Cogí el cuchillo y se lo clavé una vez más, pero no lo soporté.
-¡Que alguien llame a la policía!-grité, pero ella me agarró la mano e intentó que le clavara otra puñalada.
-Shelly-me susurró-, por favor... Hazlo. No quiero verte en la cárcel... Mátame.
La abracé e hice lo que me hizo, le clavé las correspondientes quince puñaladas.
Ella gritaba que me fuera, pero yo sabía perfectamente que se trataba de una pantomima.
Algunos vecinos golpearon la puerta, esperando que les abriera, pero cuando Giselle dejó de gritar por que por sus venas ya no corría sangre... Hubo un gran silencio.
-Brooks, Brandom. Soy el presidente de la comunidad, abra la puerta inmediatamente-dijo, pero yo simplemente lloré ante el cuerpo sin vida de mi amiga-. Brooks, Brandom... ¿están bien?
Cogí el cuchillo y lo miré. Todo había acabado... Me clavé el cuchillo y grité de dolor. ¿Era así como se sentían mis víctimas cuando las mataba? Lloré desconsoladamente. Me clavé la segunda puñalada y agarré la mano de Giselle. Cuando me clavé la tercera, la puerta se abrió de repente, pero yo no miraba a nadie.
-¿Shelly?-preguntó la detective Lauren Charles.
Levanté la cabeza y la miré. Pude comprobar su expresión de terror al verme en el estado en el que estaba.
Me alejó del cuerpo de Giselle y me debatí.
-Shelly, ¿qué a pasado?
Comencé a llorar, barajando la posibilidad de decirlo todo. Volví a coger la mano de Giselle, mientras seguía llorando.
-¡Que alguien llame a una ambulancia!-gritó-. -Shelly, quién a sido-me preguntó-. Shelly, dímelo.
Cogí aire y lo solté poco a poco. Me dolía todo el cuerpo. Miré a la detective, ella y sus amigos policías tenían la culpa.
-Giselle-dije-. ¿Por qué le han hecho eso?-les prengunté, aunque no parecía que se lo preguntara a ella. Los ojos se me comenzaron a cerrar.
-¡No! ¡Shelly, no te vayas, vuelve!-gritó-. ¡Lucha, Shelly, lucha!


Abrí con cuidado los ojos, pero aún seguía sintiendo un pequeño dolor.
Veía correr las luces del techo, hasta que todo se volvió oscuro.
-Esta perdiendo mucha sangre-dijo una voz, con urgencia.
Volví a cerrar los ojos, a pesar de que el pequeño pinchazo había aumentado...


... Pero cuando volví a abrir los ojos, no me encontraba en un lugar diferente dónde los había cerrado.
El techo era blanco y, de fondo, oía un pitido marcando algo, al final comprendí que marcaban los latidos de mi corazón.
-Será mejor que se la deje descansa-dijo una voz-. Será mejor no molestarla. Ha mejorado mucho en este tiempo.
¿Este tiempo? ¿Cuánto tiempo?
Oí los pasos cerca de mi y me incorporé como pude, pero sentí un pinchazo.
-¿Quién es usted?-le pregunté al señor que tenía al lado.
Se le cayó al suelo su cuaderno con algunas anotaciones y me miró.
-No pensaba que estabas despierta-comentó-. Soy el doctor Jefferson-se presentó.
Fruncí el ceño.
-¿Dónde estoy?-pregunté. Entonces caí en la cuenta-. Giselle debe estar preocupadísima-pensé en voz alta- ¿está en la cafetería?-le pregunté.
Me miró como con pena.
-Esto... Señorita. Su amiga... No está aquí-dijo.
-¿Se ha ido a casa a descansar? ¿Puede llamarla?
-No...-se apresuró a decir-. Es solo que... Siento decirle esto. Pero su amiga fue asesinada.
Mi gozo en un pozo. Todo se había ido, lo había perdido todo.
El pitido que había oído antes se aceleró.
-No...-dije, al recordar lo que había pasado-. ¡No!
Intenté levantarme, pero el doctor me paró. Había sido fácil librarme de él si no fuese por que había unas cuantas enfermeras cerca.
-Mire, es mejor que se tranquilice-dijo-. No se altere...
-¿Cómo quiere que no me altere si mi mejor amiga a...?-no pude decir la palabra.
Miró a otro lado.
-Mire... Le vamos a dar el alta pronto-explicó-. Ha estado mucho tiempo inconciente, pero después de estar muy poco en observación podrá salir-me sonrió para intentar tranquilizarme.
Suspiré.
Me dejó el mando de la televisión de la habitación cerca y puse el canal ocho. Apareció un señor con el pelo castaño y ojos marrones llamado Jake Breeks*. Sonreí inconcientemente.
-La joven que a sobrevivido al brutal ataque de la asesina del quince sigue hospitalizada y los médicos no dan avance alguno... Lleva ya dos semanas en coma y...
Me llevé una mano al pecho. ¿Coma? ¿Había estado en coma? Eso era imposible. Se lo pregunté a una enfermera que tenía al lado.
-Estos de la televisión no dejan de inventarse cosas-dijo-. Sólo has estado inconciente. Los médicos dijeron que podrías estar en coma, pero no lo has estado-me tranquilizó.

Me pasé casi todo el día en observación, hasta que me trajeron ropa y salí del hospital, donde un taxi me esperaba y no era lo único. Nada más poner un pie fuera, miles de flashes se dispararon y me cegaron. Por eso me asusté cuando dos médicos me acompañaron al taxi para estar segura de las cámaras.
Apoyé la cabeza en el asiento trasero y le dije al taxista la dirección de un hotel dónde me iba a alojar mientras necesitasen mi casa para pruebas.
Pensé en el cuchillo.
Seguramente, ya habrían dado con la sangre seca de muchas de las víctimas y con muchas huellas. Siempre dejaba que tocasen el cuchillo antes de matarlas, por si acaso lo perdía en uno de los asesinatos y así podría librarme...
Cuando paramos en un semáforo, miré por la ventanilla y vi algo que me dejaría la conciencia en paz. Seguía sin creerme que hubiese matado a Giselle... Nunca la quería matar, nunca me había imaginado haciéndolo..
-¿Puede dejarme aquí?-le pregunté.
Le entregué un billete y salí a la dirección donde deseaba.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:05 pm

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Capitulo 11. Todo perdido.


Lauren Charles

Abrí la puerta del despacho con el propósito de descansar un rato. Durante esas dos semanas había estado yendo y viniendo del hospital donde Shelly estaba ingresada. Los médicos explicaban que había perdido mucha sangre, pero en cuanto despertara le darían rápidamente el alta, puesto que estaba mejor de lo que se podía esperar. Pero no despertaba, llevaba dos días pensando que nuestro único billete para pillar a la asesina nunca más volvería a decir nada.

Cuando entré, me encontré con los ojos del inspector, que estaba apoyado en el escritorio de Mike.
-¿Has hablado con ella?-preguntó.
-No-contesté-. No ha despertado.
-¿Ha, no?
Me señaló con la barbilla la pequeña televisión y aparecían una imágenes. Dos médicos ayudaban a una chica rubia a meterse en un taxi, puesto parecía que los flashes le habían cegado. Reconocí a la chica.
-Mierda-murmuré-. Tendré que ir mañana a verla.
Nos quedamos en silencio, mirando la televisión donde explicaban todo sobre la ‘‘chica milagro’’ como la llamaban. Se había librado dos veces de la asesina, eso era mucha suerte... O casualidad.
-Yo me voy-dijo el inspector.
No reaccioné, no hasta que me sobresaltó el portazo que dio la puerta al cerrarse.
Levanté la cabeza y sorprendí a Mike guardando cosas en una caja.
-Aún no a acabado el caso-le recordé.
-Lo sé-me contestó, sin hacerme caso.
Me quedé observándole hasta que me harté y me acerqué a él. Le cogí del brazo para que se girara a mirarme.
-¿Qué narices haces?-le pregunté.
-Me voy. He abandonado el caso. No voy a volver.
Sus palabras me dolieron como si me estuviesen matando.
-No puedes-dije, mientras el salía con al caja consigo-. No puedes irte.
-¿Porqué?-me preguntó, en cuanto le alcancé.
-Por que te quiero-le dije, en cuanto llegamos al garaje-. No puedes irte. No ahora que casi tenemos a la asesina y...
-¿Casi? ¡¿Casi!? ¡Eso te lo crees tú!-me gritó. Algunos compañeros se giraron a veros.
-Mike, no montes el especta...
-No, mira, Lauren. Estoy ya harto. Te quiero, no, eso es poco para lo que siento por ti. Pero no lo soporto. Quiero estar contigo, acariciarte, besarte... Pero todo esto nos separa. ¿Sabes? Creo que vas a acabar como tu madre.
Parpadeé un par de veces.
-¿Cómo?-le pregunté.
-Vas a acabar sola-me explicó-. Como tu madre. Se preocupó tanto por su trabajo que pasaba de tu padre... ¿y qué hizo él?-me preguntó, aunque yo sabía la respuesta-. Se largó. Os abandonó a tu madre y a ti... Yo no quiero llegar a... eso. No quiero llegar como tu padre.
Metió las cajas en el maletero y, al poco, me miró.
-Lauren, no quería hacerte daño... Pero es la verdad. Me voy a Las Vegas con mi familia... Espero que te cuides.
Me dio un beso en la frente y subió al coche.
Me quedé allí parada, mirando el suelo.
Ya no tenía nada. Lo había perdido todo, absolutamente todo.
Ni mejor amiga, ni novio... ¿qué sería lo siguiente? Por una vez en toda mi vida... Deseé que mi padre no se hubiese ido de casa. Así, yo habría seguido mis estudios en Francia y ni mi madre ni yo habríamos viajado a América para comenzar desde cero. No habría conocido a Hanna... ni tampoco a Mike. No estaría en ese caso... Todo sería más simple y mejor.
-¿Charles?-preguntó la voz del inspector-. ¿Se encuentra bien?
¿Qué tenía que responder?
Simplemente lloré. Noté como me ponía el brazo por encima del hombro y me abrazó con torpeza.
-Yo también sufrí algo así-musitó-. Perdí a toda una familia.
-Pero yo he perdido toda una vida-dije-. Todo un futuro.
Me abrazó y lloré en su hombro. Algunos no sabían si acercarse o no, pero optaron por la segunda opción para no llevarse una bronca por hacer lo equivocado.
-Venga, Charles. Tiene toda una vida por delante. Es joven-intentó animarme-. Venga... Vamos a pillar a una asesina.
Me sonrió y no puede evitar sonreír. Admiraba mucho que intentara animarme.
-Vamos a pillar una asesina-dije.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:06 pm

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Capitulo 12. Confesión.


Shelly Brooks.

Mis pisadas hacían eco al entrar en la Iglesia. Pensé que sería la manera más fácil de poder estar tranquila, de poder estar en paz conmigo misma.
Entré en el confesionario y me arrodillé.
-Ave María Purísima-dijo el sacerdote.
-Padre... No lo soporto-dije, agachando la cabeza.
-¿Qué sucede? ¿Qué es lo que te atormenta?
Suspiré.
-Mi... Mi mejor amiga... Yo... Muchas personas y...-rompí a llorar sin saber qué poder hacer.
-Tranquila... El problema con tu amiga se solucionará... Con el tiempo todo se arregla-me dijo.
Me reí amargamente.
-Ojalá se arreglara-musité-. Pero... Está muerta. Como muchas otras personas...
-Oh... ¿es sobre esa asesina de la que se habla? Sé como debes sentirte. Te sientes impotente por no poder solucionarlo, a muchos nos pasa. Pero eso no debe atormentarte.
Miré su silueta a través de la pequeña ventana y cerré los ojos.
-Soy yo. Yo soy la asesina. Yo he matado a todas esas personas-confesé-. Durante toda mi vida me he sentido rechazada. Siempre he querido estar muerta-se me quebró la voz-. Al principio solo mataba por venganza: mi hermana, algunos compañeros de clase... Así durante once años. Luego me di cuenta que había mucha gente que desperdiciaba sus vidas. La gente derrochaba la vida como si nada; depresiones, sexo, alcohol, drogas... siempre lo mismo, nada cambiaba durante el paso de los años. Ese es el motivo por el que mato. Mato para que se dieren cuenta de cómo habían desperdiciado sus vidas, cómo las habían convertido en un asco y ya no servían para nada. Desde un principio quisieron quitarme la vida, desde un principio la odié... Y no quiero que nadie cometa el mismo que error que el mío-respiré con cuidado.
Seguí mirando al asustado sacerdote.
-No soy ningún monstruo, no soy una asesina en serie, como todo el mundo me llama... ¿no se dan cuenta del favor que les hago a todos?
Apoyé la cabeza en las manos y me sequé las lágrimas.
-Siento tener que hacerlo... Pero sabes que esto está mal, Hija. Tengo que llamar a la policía.
Oí como salía de la cabina y saqué de debajo de mi camiseta un bisturí que había robado en el hospital.
Salí fuera y le alcancé en poco tiempo. Cuando se giró y me miró, no pude remediar clavarle el bisturí.
No gritó. Simplemente, me miraba horrorizado y no pude seguir.
Salí corriendo de la Iglesia, dejando solo al sacerdote. Corrí y corrí, huyendo como una cobarde... En realidad... ¿me había llegado a convertir en un monstruo?
Me lo negué constantemente.

Paré en un parque y me senté en una fuente que había en medio. Miré mi reflejo en el agua.
¿Y si había hecho lo mismo que no quería que hiciera la gente?
¿Y si en vez de preocuparme por mí, había optado por la mejor opción?
Podía haber cambiado desde el primer día que había comenzado a matar... Tal vez mi madre me tenía que haber abortado, tal y como ella quería.
Así la gente no sufriría tanto.
Salí del parque y me dirigí a la fila de apartamentos de Wine Streets.
Me metí en un pequeño callejón y me apoyé contra la pared. Me dejé caer al suelo mientras sollozaba. Podía decir, por primera vez en mi vida, que me arrepentía de ser lo que había sido: una asesina.
Me limpié las lágrimas con las mangas del yérsey y recé por que algún policía me encontrase pronto. No quería seguir huyendo, no quería ser una cobarde.
Tenía orgullo, no me arrepentía del todo a los que había matado... Bueno, no a todos. Me arrepentía de matar a mi mejor amiga, como era obvio, a una chica joven y un policía de trafico que nunca debieron interponerse en mi camino.
Quería que todo acabase de una vez. No quería volver a oír en las noticias el apodo que me había puesto, no quería saber de nuevos asesinatos.
Recordé cuando había apuñalado al sacerdote. Me había apiadado de él... En el fondo, podía afirmar que tenía corazón, que mi corazón no estaba del todo congelado.
El monstruo se estaba dando cuenta de lo que era en realidad.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:07 pm

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Capitulo 13. La llamada.


Lauren Charles.

Mike me había dejado su piso para que viviese. Me tumbé en el sofá y me tapé con el cojín la cara... ¿qué esperaba? ¿qué alguien viniese y me asfixiase? Era demasiado estúpida, tal vez ningún asesino quisiese matarme... Siempre había tenido esa misma suerte.
Grité mientras lanzaba el cojín en el aire, con tan mala suerte que chocó contra un jarrón y este llegó a romperse.
-Genial, Lauren, eres fantástica-me dije a mí misma.
Cogí el cojín y lo tiré de vuelta al sofá. Fui a recoger los cristales y, al arrodillarme, me clavé uno en la rodilla.
-¡Qué más me puede pasa!-grité, mirando al techo.
Dudaba que pudiese suceder algo peor en aquel día.
Limpié los cristales y me desinfecté la herida. Volví al sofá y estuve decidiendo y volver a tumbarme o sentarme recta... Pero no podía. Esa casa se me iba haciendo pequeña por momentos y sentía que me ahogaba.

El teléfono comenzó a sonar y di gracias por que así fuera, al menos tenía algo que hacer.
-¿Sí?-pregunté, mientras me apoyaba contra la pared.
-Charles-dijo el inspector.
-¿Pasa algo?-dije, como si ya me esperase lo peor.
-Hemos recibido la llamada de un vecino de una zona cerca de Wine Streets, dice haber oído como alguien pedía ayuda dentro de la Iglesia y, al entrar, se encontró al sacerdote sangrando. Ven aquí.
Me colgó y salí a por el coche.
No tardé mucho en llegar, en poco más de un cuarto de hora me encontraba entrando en la Iglesia.
Había muchos sanitarios y el inspector me indicó que fuese a hablar con el sacerdote.
Me agaché, mientras le cogía de la mano y el sacerdote me miró.
-Padre... ¿está usted bien?-le pregunté, aunque parecía un poco estúpida.
-Sí...-cerró los ojos.
-Se pondrá bien-le aseguré- Pero me tiene que decir cómo es la mujer-le pedí.
-No la he visto bien... Solo sé que es rubia y nada más. No pude ver nada más...
Le di unas palmadas en la mano y me levanté.
-Atención-avisé a todos los policías que había por el lugar-. Haced llegar a oídos de vuestros compañeros que buscamos a una mujer rubia. No debe estar lejos.

Me acerqué al inspector.
-Esto es un gran avance-murmuró-. Tal vez le pillemos rápido.
Él parecía sonriente. Pero yo caí en la cuenta de algo.
El cura sólo tenía una puñalada... Pero él aseguraba que una mujer le había confesado que era la asesina... Pero la asesina del quince que todo el mundo conocía era fría y no se apiadaba de nadie. ¿Cómo se pudo arrepentir y contar lo que sabía? ¿Y dejar con vida al sacerdote?
No se podía arrepentir... A no ser que hubiese cometido un error: matar a alguien a quién no quería. Que, o bien podría ser algún familiar o algún amigo muy querido...
-¿Charles?-preguntó el inspector, preocupado.
-Shelly-dije, instintivamente.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:08 pm

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Capitulo 14. Fantasmas.


Shelly Brooks


Me abracé las rodillas y cerré los ojos, deseando que todo fuese una horrible pasadilla. Que nunca hubiese matado a nadie, que aquella asesina no hubiese existido nunca.
Noté como algo me acariciaba y me sobresalté al verlo.

Un aura brillante rodeaba el cuerpo de Giselle, que me sonreía con ternura. En una mano llevaba una vela encendida.
-Lo hiciste muy bien-me dijo-. No lo eches todo a perder... Por favor-me suplicó.
Cerré los ojos, a sabiendas que desaparecería inmediatamente de allí, eso era lo que quería. En cierto modo, el que mi mejor amiga dejase de vivir para que yo pudiese estar en libertad y luego yo lo estropeara todo sería una gran estupidez por mi parte. Ella se había sacrificado por mí, ella había perdido mucho más de lo que yo había perdido... Todo para mantenerme a mí a salvo.
Pero no la quería escuchar, no quería oírla, no me quería sentir más culpable de lo que me sentía.
Al abrir los ojos, no tenía a mi lado a Giselle, otra vez lo había perdido todo.
-Shelly-me llamó una voz.
Al mirar al frente, me encontré con otra persona. Tenía, también, un aura que le rodeaba y llevaba una vela como Giselle. Era joven y rubia, con ojos color marrones claros...
-Natalie-la llamé.
Cerré los ojos, no quería que ella estuviera allí, no quería que me hablase, no quería nada que ver con ella. Ella me había incitado a matar, ella fue mi primera víctima... Ella tenía la culpa de todo.
Cuando abrí los ojos, aún estaba allí mi hermana mayor, mirándome con cierto cariño que no llegué a comprender.
-Siempre te quise-me dijo- y siempre te querré.
Noté como una lágrima recorría mi mejilla.
-Yo te maté-le recordé- y lo volvería a hacer.
Suspiré y giré la cabeza, esperando a que ella desapareciera.
Me cogió con su mano libre e hizo que la mirase.
-Y yo, seguiría queriéndote. Nunca he comprendido tu odio... Pero, sólo sé, que yo nunca te habría hecho daño, yo me preocupaba por ti.
Bajé la cabeza.
-Yo siempre te he estado perdonando por todo el mal que has hecho... Aunque no lo hayas pedido-le miré con intranquilidad-. Pero, en cambio, ellos no.
Señaló a algo que había tras suya. Al mirar, mi corazón se congeló por completo.
Parecía que no podían entrar todos en el callejón. Todos llevaban una vela en una de sus manos y me miraban con odio. Recordaba perfectamente los nombres de todos lo que había allí.
Kyle Vreeds, Michelle Atteneux, Maria Alba, Zoe Bitain, Hanna Moon, Angeliqe Petit, Jennifer Cook, Anne y Jessica Bruk...

Una gran lista de nombres. Todos estaban allí, mirándome con cierto odio.
-Perdón-susurré.
Comenzaron a avanzar hacia mí.
-Perdón-dije, un poco más alto.
El grupo no se detenía y yo me aplasté un poco más contra la pared.
-¡Perdón!-grité-. ¡Perdón!-comencé a llorar con desesperación, aún gritando que me perdonaran.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:09 pm

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Capitulo 15. Búsqueda.


Lauren Charles

-¿Estás segura?-preguntó el inspector.
-Segurísima-afirmé-. ¿No le parece casualidad que, justo cuando muere Giselle, la asesina confiesa?
Se lo pensó un rato.
-Puede ser casualidad-me dijo, mientras caminábamos por unas calles de Wine Streets-. La primera víctima fue Natalie Brooks, la hermana de Shelly. Ella estaba en casa cuando la mataron, parece ser que tuvo mucha suerte. Unos cinco años después, matan a toda su familia, ella se salvó, eso es tener mucha suerte. Que maten a su mejor amiga y ella se salve... Dudo que exista tanta suerte-le expliqué-. Y no creo en las casualidades.
Se quedó en silencio.
-Pero... Si ella mató a su hermana, y hace veinte años que mata... Comenzó a matar con seis años-dijo, pensativo-. No puede ser, entonces llevaría casi toda su vida matando.
-Por eso tendrá tanta práctica.
Seguí caminando en compañía del inspector. Comencé a oír unos gritos de suplica... ¿alguien estaba pidiendo perdón?
Corrí hasta el lugar de dónde salían, un pequeño callejón oscuro en mitad de la calle.
-Charles, espere-me llamó el inspector-. Puede ser una trampa.
Respiré hondo.
Oí sollozos y algún que otro grito de dolor.
-¿Shelly?-pregunté al aire y los sollozos y los gritos cesaron.
Oí unos pasos y, como reacción ante ello, el inspector ordenó que trajeran ayuda al lugar donde estábamos y me tiró hacia atrás.
Del callejón salió una mujer rubia, con algún que otro arañazo en la cara, brazos y piernas. Me miró fijamente y enseñó un bisturí ensangrentado.
-Tranquila. No te vamos a hacer nada-dijo el inspector, poniendo las manos delante.
Shelly, lo único que hizo, fue tirar el bisturí al suelo y puso las manos delante, como si quisiese que le pusiesen unas esposas.
-Adelante-dijo-. ¿Por qué no me detienen de una vez?-nos animó.
En poco más de un segundo, millones de coches de policía acorralaron la calle y sacaron sus armas, apuntándola a ella.
El inspector se acercó a ella, vacilante, y le puso las esposas sin ningún incidente.
-Llamen a una ambulancia-dijo el inspector-. Será mejor que le cuidemos estos cortes.

Durante el tiempo que estuvimos esperando la ambulancia, simplemente la miré. El odio que esperaba a que saliera, no salía, para nada. Parecía que no la odiaba, que no sentía ganas de matarla... Lo contero que sentí cuando pasó con Marie.
Algunos curiosos llegaron al lugar con alguna que otra cámara de fotos, o, simplemente, estaban para insultar a Shelly.
-Matadla a ella, como a echo con todas las víctimas.
-¡No se merece vivir!
-¿Por qué coño le curáis esas heridas? ¿Acaso alguien curó a las víctimas?
Mucha spersonas la insultaban y se quejaban por el trato sanitario. Aunque, lo que ellos no sabían, era que los sanitarios encargados se habían negado en un principio.
-No quiero un médico-dijo Brooks.
-Lo necesitas-le dije, mientras la miraba.
Alzó las cejas, como si se sorprendiese.
-¿Acaso quieres que la asesina de tu amiga tenga ese trato?-preguntó-, ¿no quieres insultarme? ¡Oh, vamos! He matado a tu mejor amiga...-me mordí el labio y miré a otro lado-. ¿Y tu perrito faldero dónde está? ¿Esta buscando el palo que le has tirado en el parque?-se rió.
-Se ha ido-dije-. Por tu culpa-el odio apareció-. ¡Por tu culpa lo he perdido todo!-grité.
Me lancé contra ella, pero algunos policías la apartaron y la metieron dentro de un coche patrulla, rumbo a la comisaría.
-Hija de puta!-grité- ¡Ojalá te mueras! ¡Que te maten!
El inspector me agarró por detrás y me abrazó.
-A terminado todo-me dijo-. Por fin, se a acabado.
-Se acabó-susurré-. Por fin.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:10 pm

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Capitulo 16. Condena.


Shelly Brooks.

-Se levanta la sesión-dijo el juez.
Había cámaras de televisión en el lugar y demasiados policías... ¿qué creían? ¿qué me los iba a cargar a todos? Vale que había matado a mucha gente... Pero eso era exageración.
-Señorita Brooks-me llamó el juez-. ¿Quiere que esperemos a su abogado?
Me aparté el pelo de la cara.
-No-dije-. Yo misma me voy a representar.
Parecía que todos los de la sala se sorprendieron... ¿para qué quería un abogado? Ya sabía que me iba a caer la perpetua.
El juicio comenzó y, por lo general, no estuve muy atenta. Miraba a la sala y, más de una vez, me llamaron la atención para que atendieran, como si estuviera en el colegio.
-Señorita Brooks-me llamó un señor que iba vestido con traje y llevaba unas grandes gafas-. ¿Qué estuvo haciendo la tarde del asesinato de Giselle Brandom?-preguntó y sentí un pinchazo.
-Acababa de venir de comprar y...
-Claro, y ahora dirá que se la encontró en el suelo muerta... ¿verdad?
Puse los ojos en blanco.
-Claro-dije, con ironía-. ¿Quién no se encuentra un cadáver en su casa?
-Brooks, esto es serio-me llamó la atención el juez.
Puse los ojos en blanco y suspiré.
-Ella descubrió mi cuchillo, me pidió que saliese de casa, oí un grito, entre y... Ella se había clavado el cuchillo-confesé-. Ella se clavó dos de las puñaladas, me pidió que la matara por que se iría de la lengua.
Todos me miraron atónitos, como si no se lo creyeran. Me crucé de brazos y miré a otro lado.
-Les aviso que, si me vuelven a preguntar qué hice en el día del asesinato de cualquiera de las víctimas, les diré casi lo mismo: que lo hice yo.
Volví a mirar a la gente y, por último, al juez.
-Entonces... Usted se declara...
Me levanté e hice lo mismo que había echo el día en el que me arrestaron. Puse las manos delante mía.
-Culpable-dije.
Se levantó un murmullo en la sala y el juez mandó silencio.
Dio la sentencia y mi condena y, como no, yo había acertado: condena perpetua.
Unos guardias me pusieron las esposas y yo me comencé a reír. Tal vez era por el cabreo que levaban todos encima, la forma en la que me insultaban... ¿no existían otros insultos aparte de cabrona o hija puta?
-Parece usted muy tranquila-comentó el juez, aún en el estrado.
-No duraré ni cuatro meses-contesté-. A si que...
-¿Cómo?-preguntó.
-Cosas mías-musité-. Cosas mías-me reí otra vez.


Los guardias me llevaron a la prisión de Sant Stand Coff, una cárcel exclusivamente de mujeres y de ‘‘máxima’’ seguridad.
Me llevaron a mi celda y me sorprendí al no compartirla con ninguna otra persona.
Los primeros dos días no salí de mi celda, sólo para ducharme e intentaba no acercarme a otras mujeres. Daba paseos de un lado a otro de la celda, tatareando una canción que me cantaba mi hermana antes de que la matase. Parecía que todo signo de arrepentimiento desapareció.
-¿Tú qué has hecho para estar aislada?-preguntó mi ‘‘vecina’’ del frente.
-Matar a mucha gente-murmuré y seguí tatareando la canción.
Una media hora después, tras mucho tatarear y tatarear la canción, apareció un guardia.
-Creo que tienes que comer-me recomendó.
-No tengo hambre.
Suspiró y me cogió.
-Vas a comer-me obligó- y te tienes que relacionar con otras compañeras.
Me sacó de mi celda y me obligó a caminar. Fue detrás de mí, pisándome los talones.
-¿Qué tipo de relación?-pregunté, con cierta sorna-. ¿No serás uno de esos pervertidos que...?
-No tengo humor para bromas-dijo, mientras me cogí por el brazo para ir más deprisa.
-Oh, ¿bronca con la parienta?-pregunté.
-¿A ti que te importa?
Chasqueé la lengua.
-Simplemente quería ser amable-dije, mientras pasábamos unas
puertas y él me soltó del brazo-. Yo no me quedo aquí ni de coña-contesté.
Todo el comedor estaba abarrotado. Miles y miles de mujeres vestidas con un mono naranja comían y charlaban... ¿quién no me aseguraba que cualquiera de ellas me podía matar de un tortazo. Me planté en el suelo
-Si que vas a pasar-me empujó dentro, pero al ver que no me movía, me volvió a llevar él-. Coge una bandeja-me ordenó y le obedecí-. ¿Es que las tienes miedo?
Fruncí el ceño. ¿Las tenía miedo? ¿A cuantos abría matado la más sangrienta? ¿A cuatro? Yo había matado a muchos más y bajo terribles circunstancias... Yo podría con cualquiera.
-Claro que no-contesté, mientras me deshacía de él (no como me habría gustado) y fui camino a coger la comida.
La mayoría estaba asqueroso, lo único bueno eran los cubiertos. Un buen cuchillo afilado... ¿eran idiotas los guardias o qué? ¿Cómo se les ocurría poner cuchillos afilados en una cárcel?
Pensé en esconderme el mío, pero al ver la salida al patio, pude ver que no era buena idea. Los guardias registraban a los que salían.
Busqué una mesa y libre y, en plena búsqueda, me fijé en un grupo de mujeres que me miraban y, cuando captaron mi atención, me invitaron a que me sentara con ellas. Me acerqué con cautela.
-¿Nueva?-preguntó una de ellas.
Era de piel morena y demasiado fuerte. Llevaba una larga melena atada a una coma de pelo.
-Más o menos-murmuré.
Empujó a las otras de la fila, que se quejaron, y palmeó un hueco libre.
-¿Nos acompañas?
Me encogí de hombros y me senté. Siempre había sido un poco más baja de lo normal y delgada, por lo que pude apañármelas para entrar en aquel hueco.
-Bueno-dijo la misma mujer-. Soy Norma-me sonrió-. La mayoría somos asesinas en serie-me miró y parecía que esperaba una reacción de miedo-. Bueno, yo soy la asesina de ‘‘la noche’’-se rió.
-No me digas... Matabas de noche-dije seria y ella se rió.
-No. Mataba cerca de un club. Se llamaba así-dijo, aún sonriente-. Ellas dos son Bianca y Bella-me señaló a dos chicas gemelas-. Ella es Cris-me señaló a una chica morena y con un pañuelo rosa al cuello-. La asesina del pañuelo y ella...
Puse los ojos en blanco y fingí que la escuchaba. Me sabía sus nombres, sus nombres VERDADEROS. En realidad, la chica no se llamaba Norma, sino Clarie Haet. A la mayoría de las que tenía al lado las había planeado matar pero... ¿para qué matar a una compañera de oficio?
-¿Y tú?-preguntó una voz chillona-. ¿Qué has hecho? ¿Robar caramelos?
Había hablado una chica rubia y que iba de maquillaje hasta las cejas. La reconocí como Phoebe Jacks
Muchas se rieron y noté como algunas de otras mesas se giraron para saber quién era. Me irritó que se metiera con mi tamaño, odiaba cuando la gente lo hacía.
-No deberías haber dicho eso-dije, con tono amenazante.
Pareció que se había corrido la voz de que nos estábamos ‘‘peleando’’.
Se levantó de su sitio, aunque algunas lo impidieron.
-No tienes cojones de repetirlo-me amenazó.
Alcé las ceja y cogí el cuchillo de una compañera.
-¿Qué vas a hacer?-preguntó, con tono chulo-. ¿Vas a matarme? Seguro que tu no has matado ni una mosca en toda tu vida.
La miré con odio y me giré.
Entre la gente distinguí a una chica que había intentado atacar a Giselle cuando aún estaba viva. Lancé el cuchillo en su dirección y le rozó la oreja. Todo el mundo se calló. Me levanté de mi sitio.
-Si alguien vuelve a meterse conmigo-avisé y miré a la Phoebe-. Acabará con quince puñaladas-amenacé-. A cualquiera que intente hacerme algo y a todas sus seguidoras... ¿os queda claro?-pregunté.
Asintieron aterradas. El mismo guardia de antes me puso las manos detrás de la espalda.
-Tienes problemas, Shelly-me avisó.
-Lo sé-contesté, mientras me llevaba fuera del comedor, que aún estaba en silencio.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:11 pm

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Capitulo 17. Huida.

Shelly Brooks.

-Hola, Shelly-me saludó la psicóloga-. ¿Qué tal lo llevas?
Habían pasado casi cuatro meses desde que estaba allí y había estudiado mi plan. Sabía que todos los días a las cinco y cuarto, la psicóloga recibía unos informes y tenía que dejar a quién estuviera tratando para recibirlo... Mala suerte que esa persona era yo.
No le respondí y miré el reloj de la sala. Faltaban apenas dos minutos.
Frunció los labios y dejó su bolso en el sillón donde se sentaba.
-Espérate un momento-dijo al ver el reloj-. Ahora vuelvo.
Salió por la puerta y la cerró. Sonreí al ver lo que acababa de hacer la pobre Sussan Taylor con su vida que tenía sus minutos contados.
Busqué en su bolso lo que quería y al final lo encontré: el cuchillo que ella utilizaba para la comida.
Me escondí tras la puerta y esperé a que llegara.
Cuando se abrió la puerta, sentí la sangre correr más deprisa por mis venas.
-¿Shelly?-preguntó, al cerrar la puerta y me lancé a ella, tapándole la boca con la mano.
-Quítate la camisa-le urgí. No quería mancharla de sangre.
Hizo lo que le ordené y, en pocos segundos, su corazón no latía.
Me quité el mono de presa y me puse su ropa con rapidez. No era mi culpa que ella fuese rubia y que tuviese la piel clara igual que yo.
Le puse a ella lo que yo llevaba y la senté en el sofá donde me solía sentar yo.
Cogí su bolso y me puse unas gafas de sol para que no se me diferenciara del todo. Salí por la puerta y la cerré para poder salir en cuanto antes de aquel lugar.
Tras cinco minutos corriendo por los pasillos y dando el esquinazo a los guardias, pude respirar el aire fresco.
Busqué en el parkin el coche de la psicóloga y, cuando lo localicé, corrí por la carretera hasta el motel que había planeado. Por fin mi plan estaba saliendo de maravilla.
Paré en el aparcamiento del motel y entré en el lugar. Me acerqué a la recepción.
-Hola-saludé-. Me gustaría alquilar una habitación...
-¿Para cuanto?-preguntó un chico joven, mientras miraba entretenido una revista.
-Para hoy-dije. Total, para lo que la iba a utilizar...
Cogió una llave al azar y miró el número.
-158-dijo-. ¿Puede firmar?-preguntó.
Me mordí el labio.
-Estoy cansada-dije-. Llevo dos noches conduciendo y, como comprenderá, tengo mucho sueño-mentí. Me bajé un poco las gafas y le guiñé un ojos-. Cuando descanse un poco bajaré, lo prometo.
Le arrebaté las llaves y saqué el móvil de la psicóloga camino al ascensor.
-¿Sí?-contestó una voz.
-Es la hora-le dije, mientras colgaba y escondía el teléfono en uno de los maceteros del cutre recibidor.
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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:12 pm

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Epílogo. Sorpresa.

Lauren Charles.

Habían pasado ya casi cuatro meses desde que todo había acabado y, se podría decir, que lo había recuperado casi todo.
Aún seguía recordando a Hanna, pero, en cuanto Mike se enteró de que Shelly estaba entre rejas, vino a mi lado y retomamos nuestra relación, aunque yo abandoné mi trabajo para poder estar con Mike todo el tiempo.
Aunque no tenía a Hanna a mi lado, tenía a Irene, la hermana de Mike. Acababa de llegar de España con sus hijos, Blake y Manuel. Ella y yo nos habíamos hecho muy buenas amigas.

Aquella tarde me encontraba en un restaurante de lujo. Mike y yo nos habíamos retrasado con la comida y habíamos llegado allí a las cinco menos diez. Pero aún quedaba gente que no había comenzado a comer.
Al llegar al postre, me encontré con una gran sorpresa que nunca habría llegado a imaginar y mi mente, en un movimiento reflejo, opuso una negativa... Aunque claro, otra cosa era lo que yo sentía...
-¿Qué es esto?-pregunté, con el corazón acelerado al ver una pequeña cajita de terciopelo enfrente mía.
-Para ti-dijo-. ¿Por qué no lo abres?
Sabía perfectamente de que iba.
-¿Por qué no me lo dices tú?-le pregunté-. Aunque claro... Creo que se te a adelantado Irene-sonreí.
El hizo una mueca.
-Nunca le volveré a contar nada-masculló, mientras miraba al techo.
Abrí la cajita y me encontré con un anillo.
-Ya que lo sabes-musitó-. ¿Qué dices?
Le sonreí.
-Que claro que sí-dije-. Claro que me casaré contigo.
Sonrió y se acercó a mí para besarme, pero el inoportuno móvil nos sacó de nuestro mundo.
Pensé que era Irene, para saber si ya lo había hecho o no... Pero no se trataba de ella.
-Charles.
-¿Inspector Wen?-pregunté-. Me he retirado, ya lo sabe y...
-No es eso-dijo-. La presa 12000478 a huido de la cárcel-dijo.
-¿Y qué?-pregunté-. Ya no soy detective y...
-12000478... Es Shelly Brooks.
Me quedé sin respiración y, cuando me acordé de respirar, comencé a toser.
-Lauren, tranquila, bebe agua-Mike me ofreció un vaso, pero lo rechacé.
-¿¡Cómo que se a escapado!?-grité y todos los del restaurante me miraron.
-Tranquila...
-¡Cómo quieres que me tranquilice si puede matarme!
-Hemos encontrado el coche con el que a escapado, está en el motel Rist, en Valley Trues-me dijo.
-Estoy cerca, voy para allá.
Colgué y me levanté para salir.
-¿Lauren? ¿Qué sucede?-me preguntó Mike.
-Shelly Brooks a huido de la cárcel-dije. Le di un beso en la frente-. Luego te veo en casa.
-Pero...
Salí corriendo de allí y en poco tiempo estuve en el motel que me había dicho.
Ahí me esperaba el inspector.
-Gracias por venir-dijo-. Parece ser que está en la habitación 158.
Esperé con impaciencia a que llegara el ascensor y miré el lugar. Una niña de no más de doce años bajaba las escaleras y se horrorizó al ver a la policía. La niña era morena y tenía los ojos color azules. Vestía con ropa negra. Miró al su alrededor y se acercó a otro señor moreno que supuse que sería su padre.
El ascensor llegó y subimos a la planta indicada. Se suponía que la habitación estaba enfrente del ascensor, por eso cuando vi lo que vi, no pude dar un paso.
-¿Charles?-preguntó el inspector, asustado, mientras los policías se acercaban a los lados de la puerta.
-El suelo-dije, mientras tragaba saliva-. Hay sangre.
El inspector también se horrorizó.
-Abajo con la puerta.
Los policías echaron la puerta abajo, pero se detuvieron al poner un pie dentro.
-Inspector-le llamó uno.
Éste entro y se quedó paralizado ante lo que había visto y yo, al pasar, hice lo mismo.
No me fijé en lo que todos se fijaban, sino en un mensaje que había escrito en la pared.
Al bajar la vista, hice una mueca.
El cuerpo sin vida de Shelly Brooks se hallaba en el suelo y tenía quince puñaladas. No había ningún cuchillo por la habitación, que contaba de una cama y una mesilla de noche, nada más.
-No puede estar pasando-dije-. No puede...
Me puso el brazo encima del hombro.
-¿En serio que quieres abandonar?-me preguntó.
Asentí, mientras leía una y otra vez el mensaje de la pared.
-Murió por una puñalada en el corazón-dijo una voz. No me había dado cuenta de que estaba allí el forense-. Las demás puñaladas fueron después de que muriese-dijo-. Alguien abrió más de lo debido la puñalada del corazón... Tal vez para coger más sangre para el mensaje.
Oí suspirar al inspector, pero yo seguía leyendo el mensaje de la pared. No podía creer que todo volviese a comenzar de nuevo.
Noté como una lágrima caía por mi mejilla mientras lo volvía a leer.

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Mensaje  luuul Mar Ene 05, 2010 11:12 pm

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FIN
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